Tragedia Regia (5)
Fecha: 31/05/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... rompiendo. Puta arrastrada!
Al hablarme de eso ponía cara de todo: de placer, de encanto, de sorpresa, de gracia; menos, menos de vergüenza, menos de pena, nunca de consideración hacia mí. Nunca.
Carajo, pos con esa sí me aventaba el trío, pensé. La tal Sonia es una beldad, comparada con las viejas feas compañeras de la mía. Esa morra rompía por completo el esquema de contratación que tenían en ese banco, para el puesto de promotora de Afore. Mi esposa es de lo mejorcito que tienen, que se cuenta con los dedos de una mano. Pero esta chiquilla es algo muy diferente por su juventud y aspecto. En ese banco contratan preferentemente casadas o madres solteras, supongo que por el compromiso que éstas tienen con sus familias y la necesidad de avocarse a ganar dinero y dejarse de pendejadas.
Aquella ocasión en que la vi, hace un par de meses, me quedé con la boca abierta. Sonia traía una falda, -qué falda ni qué nada!-, era un pañuelo de color chicle. Como 20-25 cms por encima de sus rodillas y muy apretada. Era la dueña de la acera, parecía que iba en pasarela modelando. Muy alta y esbelta, preciosa de cara. Cabello castaño claro hasta la espalda, suelto y liso.
Puta, puta tú, maldita pedorra, pensé. Dándole picones a su amante, con la verga y los huevos de un pinche gringo metidos en la jeta! No tienes abuela, perra maldita!
Se levantó de la cama hecha una furia. Ni se vistió, sólo agarró sus garras y sin importarle si los niños ya estaban en la casa se salió del ...
... cuarto, a vestirse afuera. Del palito que me dijo que me quería echar, ya ni hablamos. No me dirigió la palabra para nada en el resto de la noche. Cuando le preguntaba algo, cómo por ejemplo por mi camisa que me pondría al otro día, sólo respondía:- Búscala tú y plánchala, a mi no me estés chingando, estúpido. Y cuando le pedí de cenar, lo mismo:- Si tienes hambre, hazte y sírvete tú, mendigo cornudo! Incluso se fue a dormir con los niños. Ya no me tiró ni un pinche pedo, ignorándome olímpicamente.
Me pasé la noche pensando en que ya había perdido lo avanzado. Que nuestras relaciones se tornarían frías de nuevo, como días antes. Ahora estaría peor, yo sabría a ciencia cierta dónde y qué andaba haciendo, cuando permaneciera hasta tarde fuera de su casa, y peor cuando se fuera de viaje. Ya ni siquiera estaría yo tranquilo cuando supiera que estaba en la oficina. Seguramente en cualquier momento de calentura estaría en el baño, comiendo papaya y echando tortillas con la putota de Sonia, tan putota como ella, aunque se ofenda porque las comparo.
Mi vida se tornaría sumamente amarga si su plan era ya maltratarme descarnadamente, incluso delante de nuestros hijos, como cuando le pedí de cenar, o delante de quien fuera (era capaz de eso y más); no sabía en qué iría a terminar esto, estaba muy inquieto y arrepentido de haber comenzado tan desagradable discusión.
No había duda: no sólo en la cama me gana, también en las discusiones y pleitos. Su capacidad para ofender es ...