La choza
Fecha: 17/01/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
Conocí a Rosi una mañana en la que un sol espléndido lucía. Yo estaba trabajando en mi huerta, cavando con una azada para quitar malas hierbas, cuando sentí que una mujer llamaba: "¡Oiga, oiga, por favor, escuche!". Ante esas voces, dadas con tanto apremio, no tuve más remedio que desatender mi trabajo, por ver de qué se trataba. A diez o doce metros de mí, más allá de la alambrada que limitaba mi campo, vi un agitar de brazos entre la espesura vegetal. Volví a oír la voz: "¡Ay, sáqueme de este agujero donde he caído!". Salté la alambrada, caminé unos pasos y la vi, vi a Rosi. "Pero, mujer, ¡qué le ha pasado!", dije sonriente; "Ay, sáqueme, sácame", pronto me tuteó. Y, claro, yo era más joven que ella. Me agaché, tiré de sus brazos y la saqué del agujero. "¿Se encuentra bien?", le pregunté; "Sí, sí, gracias muchacho", dijo ella; "Espere, le sacudo el polvo", dije; y, sin avisar, le di unos cachetes en el culo, que bien duro lo tenía. Rosi me miró, entreabrió los labios y cerró los ojos. Yo la besé largamente. Nuestras bocas se engancharon con toda naturalidad. Acabamos tumbados en la tierra, sobre el tierno pasto; nuestros cuerpos enredados. Abrí la camisa de Rosi y saboreé sus tiernas tetas. Ella me sacó la polla del pantalón, me la acarició y dijo: "Humm, quiero que me metas esto". Le subí la falda a Rosi hasta el ombligo, le saqué las braguitas por los pies y monté sobre ella poseído de un deseo animal, como el de esos perros que cubren a las perras, con ardiente y ...
... convulso frenesí. Rosi gemía de placer con la boca cerca de mi boca, su aliento y el mío eran un remolino caliente. "Aahh, mi agricultor, no pares", gritaba; y yo sentía esfervescente mi polla dentro de su coño, yo preveía que mi semen saldría disparado en cualquier momento; ella, por su experiencia, también: "Aahh, córrete, córrete, ahora, aahh". Y me corrí.
Rosi, en luna de miel, esperaba a su esposo, completamente desnuda, sentada en el borde de la cama. La lamparita de la mesita de noche iluminaba el dormitorio, iluminaba la parte derecha de su cuerpo, mientras la parte izquierda estaba en penumbras. Rosi permanecía sentada, oyendo el sonido del agua del grifo del lavabo. Las palmas de las manos sobre el colchón. Se miraba su torso lleno de sombras, las que daban sus pronunciadas tetas. Cuando llegaba su esposo en pijama, le decía: "Ven", y él se acercaba. La cabeza de Rosi a la altura de la entrepierna de él, los labios de Rosi sobre la portañuela sin cierre del pijama. Las manos de Rosi tirando hacia abajo del pantalón, la polla de él emergiendo, señalándola. La lengua de Rosi lamiendo el prepucio, después el glande, que surgía como una pompa.
Rosi, sus labores, era rubia. Solía peinar su cabello liso en una media melena con flequillo, muy vintage. Rosi era una mujer guapa, y grande; quiero decir, era robusta, alta, de anchos hombros de los que nacían carnosos brazos, y tetas gruesas y redondas. Sin embargo, no todo su cuerpo tenía estas exuberantes proporciones, pues de ...