La choza
Fecha: 17/01/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... enteramente una mujer enamorada. Me cautivó. Su flequillo rubio, su nariz pequeña, las arruguitas en su barbilla, el suave pliegue de su papada. La besé en el moflete, una vez, dos veces, más; sorbí el sudor, que con el anterior esfuerzo, perlaba sus mejillas. "Oh, agricultor, qué cariñoso eres", me dijo extática; "No sé tu nombre", dije; "Rosi, y me gusta que me den por detrás". Acto seguido, ella se puso de costado, dándome la espalda, y yo, apartando la tela de su falda, plegándome obedientemente a sus deseos, penetré exultante su voluptuoso culo. "Ay, agricultor", pronunció ella arrastrando las silabas; "Buff, Rosi", suspiré yo.
Cuando Rosi volvió del campo, saciada de follar, a las ocho de la tarde, y entró en su casa, vio un vestido estampado tirado sobre el sofá. Lo cogió haciendo una pinza con dos dedos; lo olió. El vestido olía a tabaco y a sudor. "No", pensó. Rosi había observado mucho a su esposo últimamente, su comportamiento con ella había cambiado, ahora no la follaba si no la encontraba desarreglada, y eso sucedía pocas veces. También Rosi había averiguado que su esposo tenía querencia por las mendigas, a las cuales acostumbraba a fotografiar ocultándose entre el mobiliario urbano, incluso haciéndolo estando paseando con ella, y pensaba que era arte, hasta que lo vio, frente al portátil, haciéndose pajas admirando esas fotos que previamente había llevado de un dispositivo a otro, pero nunca hubiera pensado que quisiera llevárselas a la cama. Rosi penetró por ...
... el pasillo hasta la habitación de invitados y acercó una oreja a la puerta. Rosi oyó los resuellos y bufidos inconfundibles de su esposo cuando follaba. "Vaya", se dijo. Dos minutos más tarde, estando todavía Rosi pegada a la puerta, salió una mujer joven, extremadamente delgada, de piel morena y cabello muy rizado y largo, completamente desnuda, que le dio un saludo indiferente. Rosi entró a la habitación y observó a su esposo acostado de lado, tapado por la sábana. Él había oído su llegada. Dijo: "Rosi, lo siento". Ella salió y comenzó a preparar la cena. En la alacena encontró el ingrediente que buscaba.
"Humm, agricultor, tu polla... me gusta", susurró Rosi con sus labios rojos pegados al tronco de mi polla, el cual lamía como un helado; "Entonces, tu marido, ¿falleció?", pregunté; "Sí, el pobre, un infarto", contestó Rosi mientras proseguía la faena. Uff, Rosi, como me la estaba poniendo... Yo miraba alternativamente su boca, el techo de la choza, sus tetas volcadas en mi regazo, la ventana de la choza..., y, a veces, cerraba los ojos y metía las palmas de mis manos bajo sus pezones para acariciarlos mientras Rosi se prodigaba en sus avances sobre mi glande. "Aahh, agricultor, tu polla, tan dura...", dijo dejando unos segundos de mamar; "Rosi, me corro ya mismo", avisé. Ella alzó su vista un momento, la bajó después y aumento el ritmo de sus cabezadas hasta que el sordo gemido que emitió me indicó el placer que le produjo mi corrida.
Rosi huele a lavanda, a hierba ...