1. La choza


    Fecha: 17/01/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... cintura hacia abajo, Rosi tenía unas piernas muy estilizadas. Debido a esta última característica en su fisonomía, Rosi, cuando caminaba, balanceaba el culo de un lado a otro ostensiblemente, por lo que resultaba tremendamente femenina y, por tanto, extraordinariamente atractiva para los hombres.
    
    A Rosi, en el sexo, lo que más le gustaba era posicionarse a gatas sobre el colchón, que la follaran por detrás, por el culo o por el chocho le daba igual: ella disfrutaba siendo montada como una yegua. Rosi llamaba a su esposo: "Cariño mío, ven", y cuando éste llegaba al dormitorio y la veía así, se lanzaba sobre ella con la ropa puesta, se sacaba la polla, se arrodillaba detrás de ella y la penetraba. "Oy, así, más fuerte, oy", chillaba Rosi.
    
    Rosi, jubilada, a veces, se paseaba desnuda por el piso, sobre todo en verano. Su esposo, sentado en el sofá, dejaba de prestar atención a la televisión y la miraba quitar el polvo de los muebles, barrer el suelo, doblar y ordenar la ropa recién sacada del tendedero. Para él Rosi era tan hermosa, tal como la veía, sin ropa, con manchas adheridas a su piel debidas a la faena, oliendo a sudor, que se empalmaba. Rosi, al verle, al ver su polla crecida, sonreia y le decía: "Vaya, cariño, ni que nunca hubieses visto a una mujer desnuda": "Desnuda y sucia", apostillaba él; "Luego me ducho", decía ella; "Antes hazme una mamada", pedía él. Entonces ella se acercaba a él; cogía el cojín más a mano que hubiese, para arrodillarse sobre éste sin ...
    ... lastimarse las rodillas; se inclinaba sobre el regazo de su esposo y, con sus finas manos, le desabrochaba el pantalón para liberar su polla, que aparecía vibrante; luego mamaba de ésta, con calma, despacio; de vez en cuando, levantaba la vista con la idea de valorar el placer que causaba, y, si veía que bien, continuaba al mismo ritmo, si no, lo incrementaba y, fingiendo, a propósito, para poder terminarlo, gemía femeninamente; así hasta que su esposo, exhalando un fugaz alarido, expulsada el chorro de semen sobre su lengua.
    
    "¿Vives aquí, solo?", me preguntó Rosi; "Sí, en esa choza de ahí", le contesté señalando mi casa, que estaba a unos cien metros de donde estábamos; "¿Habrá una agricultura supongo, no, agricultor?"; "No, si te refieres a si estoy casado o no, no, no estoy casado", expliqué; "Jolín, ¿y el sexo?", preguntó Rosi; "A veces voy al puticlub del pueblo..."; "Ah, ya..."; "Pero no es lo mismo"; "¿No es lo mismo que qué?"; "Que esto que he hecho contigo, tú me deseabas, deseabas mi cuerpo, una puta desea mi dinero", expliqué. De espaldas tumbados, mirando el cielo azul celeste, estábamos Rosi y yo medio desnudos todavía sobre la hierba; de mi pantalón medio bajado sobresalía mi polla; de su camisa desabrochada y abierta, sus tetas. Rosi se había bajado la falda, después de haber guardado sus braguitas en la bandolera que portaba. Así, tumbados uno junto a otro, giré mi cabeza y, sorprendido, vi que ella me estaba mirando con los párpados semicerrados. Parecía ...