1. HASTA LA CIMA - QUINTA PARTE


    Fecha: 20/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos

    Si había tenido duda sobre el tipo de ropa interior que debería de haber usado, el intercambio de mensajes entre Massimo y yo la disipó por completo. Me decidí por una tanga rosada de encaje, completamente traslucida, que se acomodaba entre mis glúteos y realzaba la firmeza, enmarcaba la redondez y aseguraba la suavidad de cada uno de ellos. Sonreí con picardía mientras me veía el trasero en el espejo. Me hice de un sostén también, del cual me desharía una vez que la mujer rusa hubiese terminado con lo suyo.
    
    Marena me sorprendió participando de forma activa en mi presentación para la cena. Habían retirado la mesa del centro de la sala y replegado los sillones todo cuanto fue posible. La mujer rusa se había hecho de su material y Marena había puesto el banco prometido junto a una silla ligeramente más alta.
    
    Me presenté en bata, con una toalla enroscada en la cabeza y pantuflas.
    
    —Quítese la bata —ordenó mujer la rusa, y una vez que lo hice, agregó—: Y el sostén.
    
    Marena me lanzó un gesto lleno de picardía. El sostén resultó mala idea.
    
    —¿Y esas bragas? —cuestionó Marena con cierta complicidad.
    
    —No más escenas lésbicas —recordé.
    
    La mujer rusa pretendió no habernos escuchado reír.
    
    Con los senos de fuera subí al banco en el centro de la sala, donde la mujer procedió a vestirme con la cautela necesaria para no tocar ni un centímetro de mi piel desnuda.
    
    —¿Es de su agrado? —cuestionó la mujer.
    
    —No puedo verme —señalé—. Pero, ¿qué pasaría si no?
    
    —Las ...
    ... órdenes del joven Massimo fueron muy claras, por lo que tenemos fuera del edificio más de veinte vestidos esperando.
    
    —¿Todos con su propio maniquí? —preguntó Marena realmente sorprendida.
    
    Pero la mujer rusa decidió no contestar una pregunta tan estúpida para su gusto, aunque en realidad, la pregunta de Marena se había convertido en la mía.
    
    —¿Y si quiero ver los demás vestidos? —cuestioné.
    
    —No se lo recomiendo, todos son opciones excelentes y decidir entre ellos sería realmente complicado. No se complique la vida.
    
    Marena bufó.
    
    —¡Ja! Es algo que adora hacer —exclamó.
    
    —Con una elección de hombres como el joven Massimo, no dudo que sí —y ese fue el único comentario fuera de lugar que la rusa externó que hizo quitarle la etiqueta de estirada.
    
    Mientras la mujer trabajaba con alfileres y cintas, Marena se había dedicado a soltarme el cabello húmedo de la toalla que lo rodeaba y secarlo con aire caliente. Parada sobre la silla a un lado del banco, me llenó la cabeza de tubos para rizarme el cabello y se preocupó por comenzar a prepararme la piel del rostro para el maquillaje.
    
    —¿Te ves casada con un hombre como Massimo? —me preguntó Marena de pronto.
    
    Aunque no podía negar por miedo a estropear cualquiera de los dos trabajos que hacían por cuenta propia sobre de mí, solté un bufido de desaprobación.
    
    —Después de Adrián no me veo casada con ningún otro hombre.
    
    Marena torció los labios en un asentimiento suave.
    
    —Así pasa —aseguró—. Pronto te darán ganas ...
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