HASTA LA CIMA - QUINTA PARTE
Fecha: 20/01/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos
... uno de los vasos roca. En el interior de este descansaba un líquido blanquecino.
—¿Qué es esto? —pregunté.
—Vermut —respondió—. Italiano, porque el francés es seco y este es un poco más dulce.
Yo solté una risa incrédula mientras Massimo se devolvía a mi lado.
—¿De qué te ríes? —preguntó, divertido.
Negué con la cabeza suavemente.
—Parece un truco barato para embriagarme y llevarme a la cama —objeté.
—Te prometo que no habrá ninguna cama —aseguró, guiñándome un ojo—. Por cierto, te ves espectacular.
—¡Oh! Qué bueno que lo mencionas —exclamé sorbiendo un poco del vermut—. La chica que mandaste, la rusa, se aseguró de hacerme saber que la mandas con cada una de tus mujeres en celo. Ya que yo no soy una de ellas, apreciaría mucho que no la volvieras a mandar a mi apartamento.
Massimo alzó una de sus cejas.
—¿Qué fue lo que te dijo? —y tras contarle lo que había comentado la mujer rusa durante su estadía en mi apartamento, agregó—: No te preocupes más por ella, me encargaré.
Con una sonrisita maliciosa tomé un trago del vermut, esta vez uno largo.
Una de las cosas que jamás olvidaré por el resto de mis días y que le contaré a mis nietos cuando sea mayor, será aquella noche en la que bajé de la limusina con la ayuda de Massimo y todas las personas alrededor pararon su vida durante un segundo para voltear a mirarme. Massimo sonreía mientras posaba su mano en mi cintura, y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
Había conocido a Massimo en ...
... malas condiciones, bajo el estrés de un evento para la caridad donde me había visto desnuda, e incluso tocado con las mismas manos con las que me rodeaba la cintura en ese momento. Pero esas manos habían ocasionado emociones tan distintas entre sí que parecían no ser las mismas.
Massimo dio el número de la reservación y, tras esperar un par de minutos, nos adentraron por un pasillo de espejos iluminado por una luz espesa de color rojo. El pasillo era estrecho y parecía tener algún tipo de truco visual que lo hacía parecer un laberinto, una escena replicada de alguna película de terror. Nos vi a Massimo y a mí avanzar tras la mujer que nos guiaba en línea recta. Me sorprendió darme cuenta que proyectábamos una imagen imponente, que en el físico parecíamos ser el uno para el otro mientras yo portaba ese vestido e iba colgada de su brazo. Nos veíamos como una pareja elegante, jovial, acomodada e importante. ¡Estaba completamente fascinada!
El restaurante no era nada como lo hubiese imaginado. Parecía más la escenografía de un teatro dramático, cargada de matices rojos, marrones y ostentosos candelabros dorados colgados del techo. Parecía que habíamos saltado a otra época.
—¿A dónde me has traído? —pregunté por lo bajo, inclinando mi cabeza ligeramente para que Massimo pudiese captar bien mis palabras.
Por el rabillo del ojo vi a Massimo sonreír.
—Es un lugar muy particular —fue todo lo que dijo.
No exageraba al afirmar que yo era la mujer más arreglada del lugar, ...