Persuasión a la perversión (I)
Fecha: 04/02/2022,
Categorías:
No Consentido
Autor: Alexonicex, Fuente: CuentoRelatos
... elegí sus tetas para terminar de consagrar mi erección. Escupí en su canalillo y me empecé a hacer una paja cubana agarrándole las tetas todo lo que no las había agarrado en las noches que me follaba ella.
Estuve a punto de llegar al orgasmo, pero me reservé. Satisfecho con la faena me puse un condón y la empecé a penetrar. Se sentía riquísimo y apretado. Tener el control sobre la penetración me daba más placer, supongo que porque llevaba queriéndolo hace tiempo. Aunque estaba disfrutando embistiéndola con violencia, no veía donde estaba la venganza en este punto. ¿Y si se estaba haciendo la dormida como hice yo? Esto es lo que ella quiere, que me la folle duro.
No veía posible que con lo tontita que es haya desarrollado una estrategia así.
Quería hacerle daño, que le doliera como a mi los huevos.
La di la vuelta, y le abrí el culo contemplando su ojete. Metérsela allí violentamente seguro que le causara dolor ahora y mañana. Si se hace la dormida, seguro que gritará o me mandará parar antes de que le destroce el culo. No tenía ninguna intención de hacerlo con paciencia ni con cariño.
Fui a buscar una muestra de lubricante que tenía y le empecé a meter un dedo para lubricar por dentro. En mi cara se dibujaba una sonrisa, notaba lo apretado que estaba mi dedo y pensar en metérsela y lo apretadito que estaría me llevaba el pene a dar espasmos. Lo que más me satisfacía era lo que le iba a doler.
Metí y saqué el dedo y lubriqué bien mi pene y me preparé para ...
... el gran momento. Mi glande estaba apoyado en su ojete. Si no me paraba ahora, estaría drogada seguro.
Empecé a apretar. Menos mal que tenía una erección dura como una piedra, costaba mucho abrirse camino, y eso me excitaba más, me costó llegar al final sin correrme. Se la iba clavando sin piedad, y cuando llegué al fondo, al sacarla me molestó un poco. Faltaba lubricante. Ya con el camino abierto, tiré lo que quedaba de la muestra en su culo y la penetré de nuevo. Esta vez entro mucho más suave. Aquello era maravilloso, apretado, rugoso pero suave, nunca había follado por el culo a nadie. No sabía qué me estaba excitando, el tabú de la violación, la novedad del sexo anal, la sumisión o la satisfacción que mañana le iba a doler y no sabría por qué.
Le seguí rompiendo el culo hasta que no pude más. Era lo contrario que me pasaba siempre, quería seguir pero necesitaba correrme. Se la saqué y me corrí entre sus nalgas. Restos de sangre confirmarían que iba a haber dolor.
Para rematar la faena, recolecté mi semen y se lo esparcí en la boca. Limpié todo y la dejé como si no hubiera pasado nada.
Seguro que mañana se despierta con buen sabor de boca. Y dolor de culo.
Al día siguiente mis deseos se hicieron realidad. Estaba en la cocina haciéndome el almuerzo cuando la escucho levantarse e ir al baño. Llegó a la cocina con cara agria y caminando a tropezones.
—¿Qué te pasa? —pregunté.
—No sé, me duele el culo como si hubiera echado una piedra del tamaño de un ...