El regalo: Un antes y un después (Duodécima parte)
Fecha: 05/02/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... terminó clavado en la mitad del sobrante postre.
—Puede ser Rodrigo ¡Jajaja!, Solo espero que no me mal interprete ni me juzgue sin conocer mis pensamientos. —No se preocupe que no formo parte de ningún jurado, puede confiar en mi buen juicio. Le respondí con amabilidad.
—Está bien. ¡Pufff! —Suspiró y prosiguió su declaración–. Tengo mi matrimonio de varios años, de toda una vida pendiendo de un hilo. Le fui infiel a mi esposo, desde hace unos meses atrás en verdad. Solo que me deje pillar, pero no por estúpida o poco precavida. Lo hice con la clara intención de que se enterara esperando con ello, cambiar los dos a las buenas o a las malas, sin terminar separados. —No me lo esperaba, En serio. Algo así relatado en aquel momento de esa manera tan directa y descarnada me removió las entrañas.
—Aún sigue usted aquí, lo cual quiere decir que puedo proseguir. Escúcheme primero Rodrigo y luego como hombre que es, quiero conocer su sincera opinión. —Perfecto, seré todo oído, me encantará saber que la llevó a traicionarlo. —Y también reposé mi espalda contra el asiento, dejando mis dos manos entrelazadas sobre el blanco mantel y mis piernas las estiré por debajo de la mesa, sin llegar a rozar los pies de Martha.
—¿Por qué lo hice? Buena pregunta. Podría hablarle de varios motivos. Cansancio, o que lo hice por la falta de atención de mi marido. Hastío, inconformidad. Pero Rodrigo, creo que la verdad de todo esto es que estaba tan incómoda con mi perfecta y acostumbrada ...
... vida social, que me fui quedando como dormida o atrapada sin vivirme plenamente. ¡Sí, eso es! El mundo a mi alrededor avanzaba y yo me quedaba rezagada, retozando dentro de mi perfecta burbuja. Se puede decir que desperté. Más no fue de madrugada ni una mañana. Rodrigo, la verdad es que pasó una tarde, una de esas tan rutinarias en mi vida. —El brillo acaramelado de sus ojos se apagó súbitamente y Martha se sumía ya en las profundidades de sus recuerdos. Diría que aquella tarde abría ante mí, la congoja dentro de su alma.
—Vine a tomar algo. –se sonrió un poco– Sí Rodrigo, en esta misma terraza pero en la mesa de allí, la que queda justo frente a la ventana. Estaba con dos de mis mejores amigas. Ya sabes, una tarde cualquiera de chicas. Una loca recién divorciada, la otra soltera y yo, la «feliz» ama de casa. —Martha entrecomilló con sus dedos las últimas palabras. Me hablaba sin apartar su mirada de aquella mesa y su cristalino anochecer. Jugaba distraída con un mechón de sus cabellos, lo tomaba entre sus dedos, deslizándolos hasta llegar casi a su extremo, revisando las puntas sin prestar realmente atención a mi presencia. Vagaba ella en sus recuerdos y yo me sentía como un cura de iglesia, escuchando a la confesión de una elegante y atractiva pecadora. ¿Debería yo, darle algún absolución?
—Mis amigas hablaban como siempre de su cotidianidad y yo observaba en el exterior, la despedida afectuosa de una pareja de enamorados, felices los dos, tomados de las manos y con esa ...