Loren entró en mi vida por una mamada
Fecha: 07/02/2022,
Categorías:
Gays
Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos
... hablamos casi nada, solo escuchábamos. La conversación fue entre tres, mi hermana que preguntaba y mi padre, además de Loren que respondía explicando y satisfaciendo las curiosidades de mi padre y mi hermana. Mi madre trajo una copas y un campaña para acompañar el pastel que fue la delicia de todos. En un par de ocasiones, Loren, mientras escuchaba a mi padre, puso su brazo sobre mis hombros por detrás de mi cuello y me pareció que estaba ansioso de besarme. Yo tenía deseos de que concluyera la conversación, pero no podía interrumpir un momento tan grato para todos ellos. Mi padre me miró dos veces y dijo:
— Me parece que Loren y Ais tienen muchas cosas de qué hablar y debemos acabar esta copa.
— Gracias, papá, dije escuetamente.
Loren levantó la copa y dijo:
— Antes de agotarla, quiero brindar por esta familia, ojalá podamos encontrarnos más veces.
Descubrí otra faceta en Loren, era muy varonil en el trato con los demás. Era como un tercer descubrimiento: muy gay y amanerado en la tienda, muy femenino en el sexo, muy varonil en las relaciones sociales. Me quedé prendido de él y tomé la decisión de conquistármelo para que fuera mi amor exclusivo, el hombre que yo deseaba. Entonces descubrí que entre nosotros, los gays, no hay roles tan definidos, sino diversos roles que se manifiestan en distintas ocasiones.
De vuelta a la habitación nos desnudamos rápidamente, listos para rendir nuestra voluntad al amor. Hice que Loren se acostara boca abajo con su ...
... maravilloso trasero en alto. Empece a besarlo por el cuello y las orejas, lamiéndole y besándole la espalda mientras descendía. Cuando llegue a su culo, lo lamí y poco a poco le separé los glúteos con las manos, pude ver su entrada más deseada, su culo. Lo tenía liso, sin pelos y sin fruncido. Que no lo tuviera fruncido me alegró, que no tuviera pelos me extrañó. No entendí cómo podía afeitarse tan bien sin mirar, porque a mí me costaba hacerlo.
Ligeramente lamí esa entrada que me invitaba y metí la punta de mi lengua en el pequeño agujero que tanto deseaba. Loren gimió levemente. Qué encantador se puso gimiendo. Le di unos ligeros lametazos en el perineo y le pedí que levantara más su culo. Apoyó el pecho en la cama, la cara sobre la sábana y el culo bien elevado.
De nuevo comencé por arriba, deteniéndome calurosamente en cada zona de su espalda para besarle todo su cuerpo con besos húmedos, a veces suaves, a veces profundos, descendía por la columna vertebral besando cada punto que marcaban los huesos al estar en tensión, besé y lamí sus glúteos, nalgas perfectas que tanto me estaban gustando. Y luego bajé para hacer lo que quería hacer: chupar profundamente el culo y sentir la alegría de Loren en sus gemidos desbordantes.
— ¡La puta que te parió! Qué delicia tener a mi deseo y voluntad el cuerpo que ella te crió.
Comenzó entonces a gemir con deseos de ser atravesado y retorciéndose con cada movimiento de mi lengua. Noté los matices hasta distinguir el sabor externo de ...