1. Orgía en un bar de intercambios


    Fecha: 14/02/2022, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Auster, Fuente: CuentoRelatos

    Un bar, una barra en forma de L. Un bar un poco raro, bien es cierto. Dos secciones, separadas por una celosía de madera que permite ver a través. Una barra, en forma de L, da servicio a las dos zonas. Asientos bajos, poca luz, sillas bajas, humo... Y en una de las zonas, la más cercana a la puerta, una pista de baile.
    
    Cerrada por una cortina.
    
    Y, dos o tres hombres, solos, entreabriendo la cortina, asomándose, no atreviéndose a entrar, cediendo el paso a otros hombres, solos, que ellos también entreabren la cortina.
    
    Pero no entran.
    
    Y en algunas de las mesas, parejas, chico, chica, conversando, fumando, bebiendo, besándose, acariciándose a veces, la piel blanca de ella apareciendo bajo el brazo oscuro de él, el jersey levantado para que las manos puedan pasar bajo el sujetador. Un hombre, solo, sentado delante de ellos, en su misma mesa, inclinado hacia ellos, sin perder detalle. En otros rincones, parejas conversan, fuman, beben, se besan. El hombre solo le dice algo a él, y se levantan los tres, abren la cortina y penetran en la pista de baile.
    
    Se arraciman otros hombres, solos, tras los cortinajes.
    
    Mi contemplación se distrae, no voy tampoco a atisbar qué sucede en ese reducto, además me lo imagino, y además, aunque quisiera, tampoco tendría sitio. A través de la celosía, del otro lado de la zona libre, vislumbro la Ciudad Prohibida, imagen de todos los placeres. Allí no hay humo, allí hay luz, allí hay espacio, allí solo existen parejas, conversando, ...
    ... bebiendo, besándose, acariciándose a veces. Pero yo estoy solo, y me han explicado las reglas: "no atravesar solo la cortina, no traspasar solo la celosía, no tomar ninguna iniciativa, esperar la invitación de una mujer, de una pareja..." Todo ello so pena de exclusión inmediata del Purgatorio hacia las Tinieblas Exteriores, hacia la calle.
    
    Me siento en la barra del bar en forma de L. Del otro lado de la celosía, leonas adultas, muy adultas, me miran de reojo. A mi lado están otras presas tal vez deseando, o como yo, temiendo, ser elegidas para el sacrificio. Me miro, me comparo con las otras hipotéticas víctimas y pienso que, por primera vez en mi vida, prefiero ser bajito, gordito y calvo. Aunque las leonas, ahítas, no se preocupan de nosotros. Mi vecino, sin duda con voluntad de suicidio, invita a una leona a una copa, y ello tiene la virtud de despertarla. La leona se despereza, le llama. Su compañera, al olor de la carne fresca, dirige a mi vecino un gesto de acercamiento. Hipnotizado, traspasa la puerta de la celosía. Me siento solo y despreciado. En el fondo, ¿no soy yo más guapo, más elegante, mas distinguido que estos Elegidos para la Gloria? Evidentemente, no llevo como ellos gruesas cadenas de oro en el cuello, ni siquiera un miserable nomeolvides en la muñeca, pero esto no debiera ser causa de un fracaso tan espectacular. Moral a cero.
    
    Un segundo whisky. Solo.
    
    Pasa media hora. Las leonas se han ido a digerir sus presas.
    
    Los hombres atisban tras las ...
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