1. Orgía en un bar de intercambios


    Fecha: 14/02/2022, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Auster, Fuente: CuentoRelatos

    ... cortinas.
    
    Las parejas se besan y se abrazan, y charlan y conversan
    
    No pasa nada.
    
    En eso, la pizpireta "Relaciones Publicas" (vamos, la dueña del bar) se acerca a mi sigilosamente (hay muchos envidiosos) y me comenta que, si lo deseo, y previo pago de la módica cantidad de 1000 duros, puedo pasar al jacuzzi. Allí puedo tomar un baño. No más, pero tampoco menos. Tiempo: una hora. Al cabo de una hora, suceda lo que suceda, tengo que abandonar la Tierra Prometida.
    
    No me garantiza nada, hay dos parejas están en su rollo y no quieren un quinto hombre, y dos mujeres solas, a quienes gusta mirar a las parejas en su rollo. A veces se animan a invitar a alguien, a veces no.
    
    Las reglas se mantienen, ver, oír, no tocar sin previa invitación.
    
    Se llevan mi chaqueta. Me entregan una toalla.
    
    La Guardiana de las Llaves abre la puerta. Me recuerda que dispongo de una hora.
    
    Paso a la antesala del jacuzzi. Luz tamizada pero suficiente para adivinar que está vacía. No hay nadie. Colgadores en la pared, una especie de banco debajo, colchones en el suelo. Dejo mi ropa en el colgador, la toalla encima de la camisa. Subo unas escaleras, llego al jacuzzi. Luz violeta, piscina grande, honda. Dos parejas en un rincón, treinta y pocos años, charlando, fumando, besándose, acariciándose (supongo, el agua es opaca y con burbujas). Bueno, acariciándose obviamente no, están fumando, y charlando (pero sin duda se besaban y se acariciaban antes de que yo entrase, y mi presencia les ...
    ... corta). Pasan 5 minutos. El agua está caliente. No sucede nada. Me pregunto que habrá sido de las leonas.
    
    Acaban los cigarrillos. Se tiran agua, se persiguen, juguetean como unos niños en una piscina. Me ignoran. No hacen nada especial, se tiran agua, se persiguen, se hunden los unos a los otros. Pasan otro rato, tres de ellos se van del jacuzzi, quedamos una de las chicas y yo. Nos miramos. Ella enciende un cigarrillo, me dice que tiene más ganas de bañarse. Estamos en un rincón, fumando, charlando. No nos besamos. Al cabo de un rato, un ligero roce en una pierna ¿será una caricia? Me hago ilusiones. Bueno, me tengo que ir, que me esperan, me dice. ¡Pues vaya!
    
    Hace calor.
    
    Salgo del agua, me voy hacia la sala. Las dos parejas están tumbadas en el suelo, charlando. Voy a buscar mi toalla. No está donde la dejé, sino que una chica (bueno, más bien una mujer, sobre los treinta y muchos) se ha sentado encima. Mi toalla y ella están en el banco. Le digo que es mi toalla y que debe haberse caído de la percha. Contesta que no se ha caído, pero que la suya estaba mojada. Le digo (más que nada para marcar el punto) que no me importa compartirla. A ella tampoco, faltaría más. Y nos sentamos, uno junto al otro, desnudos como Dios nos trajo al mundo (aunque con más pelo). La toalla es pequeña, y no cabemos mucho.
    
    Ella pone, con naturalidad, la mano sobre mi pierna. Seguimos charlando, de todo y de nada. Mientras las dos parejas han terminado la charla y se besan, con pasión. Se ...
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