1. Lo que toda putita quiere


    Fecha: 15/02/2022, Categorías: Hetero Autor: Vanesa2020, Fuente: CuentoRelatos

    ... ruido que hizo la puerta al cerrar, mi compañero de casa al que llamaré Máximo, se levantó y se sentó en la cama, sin preocuparse por guardarse su verga erecta que tenía fuera del bóxer.
    
    ― Perdón, creo que me equivoqué de cuarto, le dije intentando ser lo más natural posible. ― Me pasé un poco de copas y no me di cuenta de que este no es el mío.
    
    ― Claro que si putita, este será tu cuarto de ahora en adelante, me dijo el muy cabrón.
    
    En seguida se quitó el bóxer por completo y comenzó a caminar hacia donde yo estaba. Al verlo caminar completamente desnudo y con la verga bien erecta, mi panochita estaba que se derretía, pero yo me mantuve quieta y me comporté un poco indiferente.
    
    ― Perdón Máximo, pero ya me voy. Le dije.
    
    Sin hacer caso a mi fingida indiferencia, lejos de desalentarse Máximo me tomó por la cintura y sin darme tiempo de reaccionar comenzó a besarme. Lo hizo tan rico que ya no pude contenerme. Por un instinto natural, una de mis manos bajó por su cuerpo desnudo hasta su verga y comencé a masturbarlo. Era tan gruesa y con venas tan marcadas que hubiera querido que me la metiera en ese mismo momento. Estuve casi a punto de pedírselo, mientras su boca me recorría el cuello derritiéndome más, pero en eso él interrumpió mis pensamientos y me ordenó que se la mamara. Yo, siguiendo con mi plan de no verme tan putita, le dije:
    
    ― Pero es que no sé cómo, no tengo mucha experiencia en eso.
    
    Como respuesta me tomó de los cabellos, me hizo que me hincara y ...
    ... con la otra mano puso su verga enfrente de mi cara. Luego empezó a jugar con mi boca como si me estuviera cogiendo. Con una mano sostenía su verga y con la otra acercaba mi cara haciendo que me la tragara casi toda. Me jalaba tan rico de los cabellos, llevando el ritmo de las embestidas que yo estaba rendida ante él. Luego, entrelazó sus manos por detrás de mi cabeza y siguió marcándome el ritmo de sus embestidas. Nunca me había sentido tan dominada por un macho, que esa sensación provocó mi primera venida, mi primer orgasmo. Como él parecía también a punto de venirse, dejó de embestirme de esa forma tan rica. Entonces hizo que me levantara, me puso contra la pared, me levantó el vestido y de un solo golpe me ensartó su gruesa y larga verga en la panocha. Luego, mientras me besaba el cuello, me murmuró al oído: ― eres la putita más deliciosa que me he comido en estos días. No sabes las ganas que te tenía desde la primera vez que nos vimos.
    
    ― Pero tengo novio y esto no está bien, le dije, intentando mostrarme un poco decente y para no sentirme otra más de las putitas que se andaba cogiendo.
    
    ― Pues a mí no me importa y no tiene por qué enterarse. Yo no voy a decir nada, me dijo.
    
    Con lo llena que me sentía de su verga y al escucharle decir eso, que encerraba la promesa de que seguiríamos cogiendo, hizo que me viniera abundantemente por segunda vez.
    
    ― Papacito, seré tu puta cada vez que quieras, le grité mientras terminaba de venirme.
    
    Luego dejó de cogerme, me quitó ...