La bella y la bestia
Fecha: 25/02/2022,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Mario Emanuelle, Fuente: CuentoRelatos
Cuando Mario vio venir a Alfredo caminando a su encuentro, en el bar que se citaron, pensó que era tiempo perdido. Anteojos gruesos, semicalvo, un tanto encorvado en sus 1.90 de altura, debajo de su camisa remangada y con tres botones desabrochada por el calor reinante, mucho vello, todo lo que hacía un combo poco recomendable como para sugerirle a Teresa un encuentro con aquel tipo. Charlaron de generalidades, Alfredo preguntó lo habitual y cuando terminaron el café le dijo a Mario: "Yo te aseguro algo, grabátelo: si tengo la oportunidad de conocerla, no se va a arrepentir...". Sonriente, el marido de Teresa se dirigió al coche que estaba estacionado enfrente, confirmando que había perdido su tiempo.
El viernes de esa misma semana, la pareja había arreglado con un matrimonio que habían conocido y compartido un café de presentación, para salir por primera vez en plan de intercambio; ella era una morocha que tenía excelente figura y él muy buena presencia. Aún bastante novatos en el tema, esa primera vez con una pareja los tenía muy acelerados, excitados, llenos de curiosidad, en síntesis, con toda la adrenalina, contando las horas que faltaban para el encuentro que había sido arreglado para las nueve de la noche. Cuando ya estaban bajando a la cochera del edificio donde vivían, sonó el celular de Mario y la cita quedó cancelada "por problemas de último momento" del matrimonio en cuestión.
No es fácil entender para quienes no hayan vivido nada de esto, la sensación ...
... que embarga a los defraudados en esa situación. Decepción, desilusión, bronca y la inmediata pregunta ¿y ahora qué hacemos?
"Mirá, no sé qué te parece, pero el otro día conocí a un tipo que vive solo en el centro, que quiere salir con nosotros como tercero, lo puedo llamar", dijo Mario, mirando de reojo para ver la reacción de su esposa.
"¿Y yo qué sé, y cómo es?" fue la respuesta.
"No es ningún galán, pero creo que tiene una mentalidad bastante abierta, se tiene mucha fe por lo que vi. En caso que esté disponible, podemos ir y ver qué pasa para no perder la noche. Si no te sentís a gusto, nos vamos y listo".
Alfredo estaba en su apartamento y respondió: "Qué buena noticia, los espero, claro que sí, solamente dame un rato para bañarme y arreglar un poco el despelote que tengo acá, pero dale, vengan, los espero en una hora y algo.
Cuando Alfredo abrió la puerta, Mario tuvo los dos panoramas opuestos ante sus ojos, la cara de gusto del anfitrión al ver a la rubia, su minifalda, las hermosas piernas que emergían de una sandalias muy elegantes con taco bien alto y fino, la chaqueta del conjunto con generoso escote, dejaba ver el nacimiento de los tentadores melones que le hacían agua la boca a Alfredo. Por el otro lado, la cara de Teresa era una especie de mensaje del tipo "¿a qué vine aquí?".
Pasaron, y lo primero que vieron fue la combinación de altoparlantes e instrumentos que le hicieron recordar a Mario que Alfredo le había dicho que además de mecánico, era ...