1. Adiós a mi secreto


    Fecha: 11/03/2022, Categorías: Transexuales Autor: GenovevaSexy, Fuente: CuentoRelatos

    Me penetró fuerte, de un tirón y hasta adentro. Mi recto y mi ano, apenas lubricados y humedecidos con mi deseo de olvidar su inútil virginidad, sintieron el dolor desgarrante, potente y casi insoportable de ser abiertos súbitamente, sin piedad y sin misericordia, por un miembro tan hermoso, grande, grueso y caliente.
    
    Estaba junto a él en su apartamento en el noveno nivel de un edificio, la habitación era muy clara, en parte por los grandes ventanales que proporcionaban luz y un agradable viento que agitaba las cortinas, como por los espejos en las paredes y en el closet.
    
    Sintiendo el gran dolor de tener aquella deliciosa verga desflorándome, miré hacia uno de los espejos y me vi a mí mismo acostado con el pecho sobre la cama, a medias vestido con una blusa vaquera a cuadros, la falda de mezclilla, corta y acampanada, levantada sobre mi espalda, mi tanga de encaje a la mitad de los muslos y unas hermosas sandalias planas doradas, con una tira entre los dedos pulgar e índice, que llegaba hasta el empeine y luego se dividía a cada lado del tobillo para amarrarse en el talón y a la vez bajaba a la suela para fijar el pie.
    
    Él estaba desnudo, sobre mí, con su cadera sobre mis nalgas descubiertas, empujándose dentro de mí.
    
    Comenzó a sacar su pene de mi esfínter. Las paredes de mi recto quedaron abiertas y dolidas tratando de cerrarse con mucha dificultad. La cabeza hinchada y ardiente de aquel manjar carnal quedo brevemente en la puerta de mi ano.
    
    Metió la lengua en ...
    ... mi oreja. “¿te gusta?”; me preguntó.
    
    Me ardía mucho su penetración, yo aún tenía miedo, tanto de entregarme a un hombre por vez primera, como por haber revelado a alguien el secreto cuidadosamente guardado por tantos años, ese de desear que la mujer que tenía escondida dentro de mí, saliera de su escondite y me revelara yo, vestido como toda una dama, para alguien.
    
    A pesar del ardor y el dolor, mi deseo era más intenso: “me duele tanto”, respondí, “Pero tu verga es un deleite, te lo suplico, hazme más mujer”. Y empiné mi trasero, ofreciéndoselo para que lo poseyera más.
    
    Me dio una fuerte nalgada, me dijo “libérate, no tengas más miedo, entrégate completa” y arremetió de nuevo, una y otra y otra vez, en cada metida mis pulmones exhalaban excitados el aire en forma de gemidos. Él era un semental y yo me sentía una princesa virgen. Abrí más mis piernas y su pene me entró con mayor comodidad, doblé las rodillas y mis talones se posaron en sus nalgas, empujándolo hacia dentro de mí. No quería que disminuyera ese placer.
    
    En el calor de las embestidas que me daba, sonreí recordando como hace apenas dos horas ni siquiera pensaba en entregar mi secreto a alguien, mucho menos, además, que luego me estuviera poseyendo completamente.
    
    Ayer al salir de clases de la universidad, tanto él como tres compañeros (incluyendo dos mujeres) y yo decidimos juntarnos en su apartamento para hacer una tarea de grupo. El horario convenido era las 4 de la tarde, pero él (a quien le diré en ...
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