Adiós a mi secreto
Fecha: 11/03/2022,
Categorías:
Transexuales
Autor: GenovevaSexy, Fuente: CuentoRelatos
... este relato “mi hombre”) me sugirió que almorzáramos a las 12:00 y repasáramos otros temas.
Llegué a su apartamento, almorzamos rápidamente, me cepillé los dientes y en su sala de estar comenzamos a leer y discutir sobre unos libros. Luego de un rato, mi hombre se acercó a mí y se sentó a mi par. Me quitó los libros y los puso en la mesa. Me miró fijamente a los ojos y me dijo: “sé que guardas un secreto. Puedo verlo desde que te conocí”. Me extrañó, pero no le hice caso, indicándole que estaba desvariando. Cuando traté de tomar de nuevo el libro, me tomó de la mano, me acercó hacía él y quiso besarme. Me negué, lo empujé y me levanté sorprendido, pero a la vez halagado. “¿Estás loco?” le pregunté y presurosamente me dirigí a la puerta para salir de allí. Mi hombre me alcanzó y antes que llegara a la puerta me tomó de un brazo, me jaló hacia él, me abrazó, me recostó sobre la pared y me dijo “Quiero hacerte mía”.
“¿Qué te pasa?”, repliqué, “somos hombres”. Intentó besarme. “Dame un beso”, ordenó.
“Los únicos que se besan son los hombres con las mujeres”, le dije como buscando una ilusa excusa, pero a la vez sugiriéndole que era lo que en verdad yo quería, fingiendo tratar de liberarme, pero sin querer hacerlo.
Se detuvo, pero continuaba abrazándome, presionando contra mi cuerpo su pecho y su cintura, donde ya sentía su miembro endurecerse. Me miró a los ojos fijamente, no dijo nada. Mi respiración estaba agitada. Supe que era el momento. Era ahora o nunca la ...
... oportunidad. “Nunca se lo he dicho a nadie”, dije con voz temblorosa y nerviosa, “pero ya que me das esta oportunidad… quiero vestirme de mujer para ti como lo hago a solas y sin que nadie nunca me haya visto. Así podré ser mujer para ti y besarte todo lo que quieras”. Bajé la mirada y respiré agitadamente a causa de los nervios. Mi hombre me levantó con su mano la barbilla y nuevamente nos vimos a los ojos. “Y ese es tu secreto”. Me dijo sonriente.
Me soltó. Me tomó de la mano y me llevó hacia una habitación. Con una llave abrió un closet discreto y aparecieron cientos de vestidos, faldas, calzado, medias y muchas otras cosas. Tomó una percha y me la dio. Tenía la falda de mezclilla y la blusa a cuadros. Se inclinó y me alcanzó los zapatos. “Que travesti de closet puedes ser sin unas lindas sandalias. Estas son las más hermosas que he elegido para ti. Tus pies se sentirán y verán hermosos”.
“¿Habías elegido?”, pregunté confuso.
“Nenita linda”, me dijo, “sabía que este momento llegaría. Vi a Genoveva desde que te conocí”
“¿Genoveva?, No entiendo”
“Genoveva es la mujer que llevas dentro. Ya basta de fingir… Déjala salir. Quiero verla, acariciarla, quiero que te olvides de tu masculinidad y te des permiso de liberarte para que conozcas tu verdadero lado femenino. Hoy no solo verás a Genoveva en el espejo, travistiéndote a escondidas en casa de tus padres: hoy la enfrentarás aquí, ante mí, sin miedo, sin críticas, sin presiones”.
Desabotonó mi camisa y yo lo dejé ...