La convención
Fecha: 21/03/2022,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... levemente. El apuesto negro quedó parado y bufando en su total agitación, imagino todo tiene su límite y él también necesitaba un breve respiro. Caído sobre mi oreja le escuché decir con descaro y voz hueca.
- Eres hermosa nena… cachonda y viciosa, me encantas.
Besándome cariñoso la mejilla y la orejilla, me sentí temblar nada más el roce se hizo más profundo sobre la oreja. Lamiéndola y besándola al pasar la lengua y los labios por encima. Un murmullo de puro goce se apoderó de mí, suspirando entregada por entero a tan encantadora caricia. Las babas de mi macho corriéndome el rostro abajo, descontroladas sin nadie que les pusiera coto. Nos besamos boca contra boca, mi mano echada atrás buscándole atraer.
Los brazos poderosos me dominaban en su fuerza robusta, empequeñecida ante lo musculoso de los mismos. Gemíamos, bramábamos excitados, notando sus bufidos desbocados contra el rostro. Y una vez más empezó a darme, adentro y afuera, primero lentamente entrándome hasta la mitad y luego un fuerte empujón con el que clavármela entera. El vientre contra las nalgas, escuchándose su golpeteo cada vez que se hundía por completo. Yo sollozaba suplicando más, aguantando la respiración con cada nueva penetración.
- ¿Te gusta… te gusta putita?
- Oh sí sí… me encanta, sigue –las manos enganchadas en las caderas bajo su constante percutir.
- Me tienes loca… más fuerte, más fuerte…
¡Dios, qué salvaje se mostraba en su potencia incansable! Empujándome furioso y con ...
... fuerza inaudita, haciéndome vibrar con su continuo ir y venir sacudiéndome con brusquedad y sin compasión alguna. Una, dos, varias veces hasta quedar finalmente detenido escapando de mi coñito.
- ¡Qué salvaje, qué salvaje mi amor! –fue lo único que pude decir, buscando aire que respirar.
Girándome hacia él, quedé enfrentada al miembro brillante y palpitante. Un coloso hercúleo que me provocaba con su fuerza y posición orgullosa mostrándose elevado y curvado hacia arriba. Entrecerrando los ojos, lo tomé entre los dedos como adorándolo. Era tremendo, recio, firme y dispuesto a seguir. Acercándole la boca solo pude pasarle la lengua a lo largo, rozándolo de arriba abajo y notándome estremecer ante lo fornido del largo instrumento. Volví a pasarle la lengua por el grueso tronco.
- Tremenda polla la que gastas –tomándola con delicadeza entre las manos y elevando la mirada arriba en busca de aliento por parte del moreno.
- Me encanta, me encanta… dios, qué enorme…
- ¿La quieres nena? Chúpala, chúpala –exclamó invitándome a ello mientras con las manos la pajeaba muy suavemente.
Una invitación como esa resultaba imposible de rechazar. Allí y de pie frente a mí, le tenía tieso y con la piel corrida viéndose el grueso champiñón necesitado de nuevas caricias.
- Cómemela pequeña, cómemela –la voz hecha un ronco murmullo.
Ambos hablábamos en voz baja, apenas perceptible en el silencio de la habitación. Echándole el caliente aliento al soplarle sobre el glande, noté ...