Monja
Fecha: 21/03/2022,
Categorías:
Anal
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Cánticos, las cartas de San Pablo...?
–Empieza por el Evangelio de San Mateo. Capítulo 7, versículos 13 y 14.
Esa noche, a solas en su habitación, Ana cogió la biblia que conformaba una gran parte de sus pertenencias y leyó:
Mateo (7, 13) "Entrad por la puerta estrecha, porque la puerta ancha y el camino amplio conducen a la perdición, y muchos entran por ellos." (14) "El camino y la puerta que conducen a la salvación son estrechos, y son pocos los que dan con ellos."
–Sutil, Reverenda Madre. Muy Sutil.
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–Abre María Purísima, querida –susurra la voz masculina cuando Ana se arrodilla junto al confesionario–. ¿Vienes a confesar un pecado o a cometerlo?
–No me llame querida.
–Como quieras, querida. ¿Y bien?
–He estado pensando en su propuesta...
–Por supuesto.
–... y no puedo aceptarla...
–Qué triste desperdicio.
–... pero me gustaría proponerle una alternativa.
Silencio. En el confesionario, el hombre medita. Fuera, Ana se retuerce las manos con nerviosismo, deseando y temiendo al mismo tiempo que don Diablo se marche sin siquiera esperar a oír la proposición con la que quiere tentarle. La voz vuelve, clara y decidida, instantes después.
–Te escucho.
–Yo... soy... soy... virgen, y he ofrecido mi virtud a Dios, pero si usted quisiera, podría ofrecerle mi otro... mi otro... ehmm.
–Orificio. ¿Era esa la palabra que buscabas?
–Ssí.
La sonrisa del diablo reluce en la oscuridad a través del tabique agujereado. Saborea la ...
... palabra despacio, recreándose en cada sílaba.
–SO-DO-MÍ-A. Una oferta interesante, querida. Pero dime: ¿alguna vez has recibido por el culo?
– ¡Nunca! –protesta la monja, indignada, aunque enseguida recupera la compostura. Necesita que el hombre acepte–. Pero Lot acogió a los ángeles en su casa y ofreció sus hijas a los sodomitas para salvarlos.
– ¡Ah! El santo Lot, tan digno de imitar como todos los santos varones, que con su ejemplo nos enseña que ofrecer culos de jovencitas por motivos piadosos es grato a los ojos del señor. ¿No acabó tirándose él mismo a sus hijas en una cueva? Debe ser el primer trío incestuoso en espacio público del que quedan registros escritos.
Ríe el hombre y Ana puede ver su dentadura impecable bailando en la oscuridad. Sigue riendo cuando su espigada figura abandona el confesionario y se planta delante de la novicia arrodillada. Fuera de la oscuridad, bajo la luz de los fluorescentes y las velas de la capilla, su sonrisa continúa brillando.
–Debes entender una cosa, querida. Algo que el santo Lot seguro que entendía: es más fácil ofrecer el culo de otras que el propio. Mira.
Don Diablo se baja lentamente la cremallera. De la profundidad de sus pantalones hechos a medida surge un miembro grueso y largo como el proverbial rabo con el que el demonio, aburrido, se dedica a matar moscas. Con una punta rojiza y descarada que desprende calor con sólo mirarla.
–Será doloroso, querida. Al menos al principio. Soy lo que se dice un hombre ...