1. Mi suegro (Parte 2)


    Fecha: 23/03/2022, Categorías: Incesto Autor: Sophia, Fuente: CuentoRelatos

    ... tendiendo a bajarlo, mientras lo abrazaba sin detenerlo en sus propósitos.
    
    Prácticamente mi desnudez se iba haciendo visible, cuando el llanto de mi bebe se hizo escuchar, haciéndonos venir a la realidad. Lo miré algo asombrada, tratando de cortar con lo que hacíamos, mientras levantaba mi prenda para ir a buscar al pequeño. Me dirigí a la cocina con mi hijo, me senté colocando una manta entre mis piernas y con el dorso desnudo comencé a alimentarlo.
    
    Cuando se acerca Ricardo y me dice, con cierta suavidad pero algo autoritario:
    
    “Quita esa manta y tus calzones”
    
    No sé qué me sucedió, pero me gustó la manera en que me lo decía, que obedecí sin contestar palabra, hasta llegué a quitarme las sandalias.
    
    Así que totalmente desnuda, amantaba a mi bebe, sin dejar de mirar a Ricardo a sus ojos. Sabía que estábamos cruzando el límite de nuestra integridad, pero no me importaba nada, sentía la necesidad de entregarme a sus deseos, que también eran los míos. Si bien estar así ante los ojos de mi suegro me ponía algo tensa, en el fondo creo que me atraía esa situación.
    
    Se acercó hacia mí, se arrodilló, abrió mis piernas, para comenzar a mamar de mi concha, muy alterada por cierto, entregándome a sus intenciones, para comenzar a disfrutar ampliamente, sintiendo como mis partes más sensibles eran absorbidas por dos distintas bocas. No llegué a un orgasmo, pero mi cuerpo estaba muy, pero muy, alterado.
    
    Terminé de alimentarlo, lo cambié, todo de una manera automática, ...
    ... hasta acostarlo, cuando veo a mi suegro totalmente desnudo, con su crecida verga bien erecta. Sin pensar nada, me arrodillé frente a él, en una aptitud de total acatamiento, para iniciar una mamada muy especial.
    
    Después de unos minutos en que mi boca se deleitaba con ese respetable miembro, me tomó de los hombros me alzó y me llevó a su cama. Me acostó abrió mis piernas, hasta que sentí ese tronco de carne incrustarse sin mayores contemplaciones en mi vagina deseosa de ser penetrada. Gemí ante esa intromisión algo brusca y directa, pero lo abrace con toda mi fuerza, mientras su pistón friccionaba las paredes de mi cavidad.
    
    Su tamaño afectaba un poco mí claustro, pero me encantaba, porque me fue llevando a un delicioso y prolongado orgasmo, gritaba ante su impetuoso embate, que se prolongó varios minutos, en donde nuestra transpiración se fusionaba por nuestro contacto físico.
    
    Cuando sentí su esperma llenar mi cavidad, grité al apreciar como mi cuerpo reaccionaba regalándome otro nuevo orgasmo, para continuar abrazados un buen rato, reponiendo energías.
    
    No llegamos a repetirlo, aunque esa noche lo hice con mi esposo, por supuesto que sin querer hacer comparaciones no fue lo mismo.
    
    Al día siguiente lo volvimos a hacer, sabía que estaba mal pero no podía contenerme, vivía con mi suegro, como podía hacer para no verlo, sabiendo que compartíamos su techo. Admito que era una situación complicada, pero mientras se trataba de encontrar una “solución”, nuestra relación era ...
«1234...»