1. Fin de la sequía de besos en mis cuatro labios


    Fecha: 25/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Mar1803, Fuente: CuentoRelatos

    ... nos enjabonamos mutuamente y yo me dejo coger como a mi esposo se le antoje., pero no lo dejo venirse, eso es para la cama, Al salir nos secamos mutuamente, aprovecho para mamarle la verga y los huevos. En la cama vemos la película que él haya escogido y, dependiendo de cómo se le pare, se la chupo y se la chaqueteo, pero sin que eyacule, se trata de tenerlo con el pito parado y calentándose al máximo. Por lo general, yo me acabo el vino y él sus cubas y la primera cogida la hacemos ya borrachos de alcohol y de amor. Cuando está tomado me coge muchas veces, alternando entre momentos de descanso donde dormitamos un poco. Esta vez, con la primera leche que tomé de su pene, le di un beso que acepto de mala gana pues no quería tomar su semen. Cuando por fin lo tragó le dije “No hagas gestos, tu leche es muy rica, tu esperma no debe desperdiciarse. Si no lo tragas tú, lo tragaré yo o me lo untaré por todo el cuerpo para sentirme deseada por el sabor y el olor a amor consumado que despida”, el sólo sonrió y me besó otra vez. Cuando se vino en mí insistí, a sabiendas de su negativa: “Dicen que es más rico el atole de amor que hace una mujer con la leche de su macho, ¿quieres probarlo?”, y abrí las piernas con mis vellos revueltos y pringosos de semen ofreciéndole mi vulva acercándosela a su cara. “¡No, huele a puta!” dijo haciendo un gesto de desagrado. “Huele a mujer cogida por su marido. Huele a amor. Pruébalo…”, lo exhorté, pero se volteó a dormir. Para mis adentros pensé: ...
    ... “Conste que te lo ofrecí, pero hay alguien que sí lo gozará y te crecerán más los cuernos, mi amor”.
    
    Me cogió dos veces más, todas por la panocha. Hasta el día siguiente, cuando ya se iba a venir para tomar mi biberón matutino, me sacó el pene de la boca y me dijo “¡Espera mamacita, quiero dártela por el culo!”. Me puse en posición y le di el frasco de lubricante. Él lo abrió apresuradamente, se untó en el pene y me puso un poco en el ano para enterrarme su pene, daga filosa de amor. Sí, me dolió un poco y solté un fuerte grito, pero lo que siguió compensó el adolorido preámbulo. Me nalgueó a su gusto y me embistió con enjundia, sacándome un orgasmo tras otro hasta que me llenó con un chorro que sentí caliente y amoroso. Se quedó pegado sobándome las nalgas que habían quedado rojas por sus manazos. Parecerá contradictorio, pero ambas fueron muestras de su deseo y de su amor. “¡Qué lindas nalgas tienes, mami…!, me decía al acariciarlas. Lo mismo que mi amante… Mi amante me dice mami y yo a él ‘nene’ porque cuando me mamó la primera vez lo sentí como si amamantara a un bebé, diciéndole “Mama, mi niño, mama más a mami, nene…” En cambio, a mi esposo le dije “papi”, quizá porque pensé en mi papá (¿así es Dr. Freud?), dada su edad, diez años mayor que la mía, y él en respuesta me dijo mami. Me encanta ser la mamacita de ambos cuando se regodean con mis nalgas.
    
    Sólo nos levantamos para comer un poco. En esos días, mis hijos mayores se organizan para atender el trabajo de la casa y ...
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