Fin de la sequía de besos en mis cuatro labios
Fecha: 25/03/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Mar1803, Fuente: CuentoRelatos
... con tantas caricias, obviamente sus manos magreaban nalgas, panza, nalgas piernas y chiches, ¡lo que quedara al alcance! Yo seguía con los ojos cerrados, pero al terminar el recorrido de mi cuerpo, cuando abrí los ojos vi una vergota enorme en mi cara: él se había acomodado para gozar nuestra posición favorita, el 69. Sin más que intuir lo que él había esperado por mi boca, como yo por la de él, se la mamé acariciando los huevos. Literalmente, me cogió por la boca y se vino mucho, tragué con la misma pasión como le chupo a mi marido. Su semen sabe distinto, pero son ricos los dos. Ya quieto, volvió a lamer mis verijas. “Me gusta el atole que hacen ustedes con su amor, mami. Papi te quiere mucho y yo se lo agradezco”, dijo antes de voltearme y lamer mi culo. Yo quería que cambiara su lengua por la verga, pero él seguía con el miembro flácido, así que me puse a chuparle los huevos para darle el tipo de amor que su esposa le niega. El cansancio nos hizo dormir, oliendo nuestros sexos.
A la hora, cuando despertamos, le pedí que me enculara, pero que sólo usara su saliva como lubricante y su lengua para dilatarlo. ¡Estuvo riquísimo!, tanto que no me dolió cuando me lo metió, despacito y agarrado de mis nalgas; después cuando empezó el movimiento tremolante, se inclinó para besarme la espalda y agarrarse firmemente de mis tetas. ¡Me vine riquísimo! Él, sin sacarme el pene que seguía rígido, me dio la vuelta como ‘pollito rostizado’ igual que lo hace mi marido, dejándome ...
... sorprendida. “Ha de ser un movimiento obvio en las enculadas seguidas”, pensé dejándome colocar la almohada entre mi cintura y nalgas. ¡Otra venida mía más! y también de mi amante… Al descansar, me llevó al baño, donde, antes de salir, me cogió cargada bajo la ducha, haciéndome subir y bajar sosteniendo mis nalgas. ¡Otra venida mía más!, pero creo que él ya no soltó leche en su orgasmo.
Cuando ya estábamos vestidos y próximos a salir de su departamento, sonó mi teléfono: llamada de mi marido.
–Acabamos de llegar. ¿Cómo estás? ¿Ya te bañaste? –preguntó.
–Estoy bien cogida, aun recordando la dicha que me diste el fin de semana. Sí, me acabo de bañar. Me gustó sentir con la humedad –“de la lengua de tu socio”, pensé– el olor del semen con que me cubriste, lástima que no probara yo ese delicioso sabor de tu semen, pero sí te lo agradezco, papi –dije y mi amante hizo unas señas dejando ver que él también lo agradecía.
–Te mando besos y mientras acumularé mucho amor en mis huevos para vaciártelo todo el siguiente fin de semana, mami.
–Sí, te esperamos para que nos des tu amor, a tus hijos en besos y abrazos y leche para mí, para disfrutarla mientras me la das y después de que te vayas, como lo hice hoy al limpiarme. Besos –dije y colgué.
–Esperaremos esa nueva carga de amor, para reponer lo que no nos dimos durante tanto tiempo –dijo mi amante al abrir la puerta para salir.
En el auto, sólo hubo caricias en las manos. Me dejó en el mercado donde compraría algo sólo ...