1. Ella: Viaje a Andorra


    Fecha: 28/03/2022, Categorías: Primera Vez Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    ... ser más exhibicionista, eso sí sin mostrarnos nada más que su exquisito culo. Se recreaba más ante el espejo de espaldas a la ventana que abría justo después de la ducha, tardaba más en salir del baño.
    
    Todo este comportamiento derivó en “una paja mental” mía, por lo qué, sí sabía que yo le miraba y seguía dejándose ver era porque yo le gustaba. Entonces quizá podría tener algo con él. Un día tras mucho meditarlo y plantearme mil dudas, le comenté a Isa que había decidido perder la virginidad. Ella me preguntó muy intrigada que con quién, a lo que yo guardé un evidente silencio:
    
    -Tú estás loca, tía. –Me dijo casi gritando dando por hecho que Marcos era mi elección para el gran momento.
    
    -¿Por qué? –pregunté yo ofendida.
    
    -Porque está casado y no se va a complicar la vida por unas niñatas de dieciocho años. –La contestación me resultó tan lógica como hiriente. Por más que tuviera razón no me convenció y yo seguí madurando un plan de ataque.
    
    Todo se cuadró a la perfección el 21 de abril del 90. Era sábado, mis padres estarían fuera ya que tenían que visitar a un cliente del bufete en La Coruña y aprovecharon para pasar allí el fin de semana. A su vez mi hermana aprovechó para escaparse con el Juanlu a su casa de la sierra. Y por último y más importante, Mari Carmen se examinaba de las oposiciones el domingo veintidós y pasaría toda la noche estudiando en el piso de sus padres. A Isa le dije que no iba a salir, que tenía un poco de fiebre. Isa no me creyó:
    
    -Estás ...
    ... loca tía –me dijo –mañana me cuentas.
    
    Toda ésta “alineación de los astros” permitía a Marcos y a mi estar solos un sábado y de noche. Era ahora o nunca.
    
    Aprovechando la buena temperatura me puse una minifalda azul que me hacía un culito muy mono y una camiseta blanca ceñida que marcaban mis tetas, me solté el pelo y me quedé en mi habitación a esperar a que se duchara. Sin preocuparme en ser vista estuve observándole como lo había hecho en los últimos meses. Antes de que terminara salí corriendo escaleras abajo, me aseguré de coger las llaves de casa y cerré la puerta. En la calle, la urbanización estaba tan solo iluminada por las farolas, seguí corriendo hasta su cancela para que nadie me pudiera ver ya que en esa época muchos vecinos salían a pasear.
    
    Tras pasar la mano por los barrotes abrí el cerrojo y aceleré el paso por el camino de losas negras hasta que llegué justo hasta la puerta de su chalet, donde por unos segundos permanecí parada recuperando el sosiego y recomponiendo mi pelo alborotado. Después de tocar el timbre dos veces seguidas me invadió una especie de angustia ya que ahora no había marcha atrás. Recordaba las palabras de Isa, diciendo que estaba loca y que para él solo éramos unas niñatas. Temí que tuviera razón y mi vecino me tomará por una calientapollas mal criada. Me empecé a ruborizar.
    
    De repente se abrió la puerta y ya no tuve tiempo de plantearme otra cosa que soltar la parrafada en forma de excusa que justificaba mi presencia allí. Pero ...
«12...789...13»