Es rarísima: o no coge o no le es suficiente
Fecha: 28/03/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: AMANECER, Fuente: CuentoRelatos
... dilatación fuera tanta que me sostenía la erección que traía: encajamos perfectamente. Y sólo las gotas y los hilos de líquido parecían contradecir esa imagen de complementariedad. Me movía más lento. Mucho más: la había sentido hasta el fondo, pero quería que ella sintiera mi miembro raspando su vagina con calma y delicadeza. A una embestida seguía una retirada lentísima. Y de nuevo, la penetraba despacio. Sus piernas comenzaron a temblar. Era una señal inconfundible. Abrió los ojos. Me miraba de una manera diferente. "bésame", me dijo mientras me acercaba metiéndotela de un golpe. Cuando llegue a su boca sus labios estaban tensos, su boca trabada y salió un gemido desde el fondo. Comenzaba a venirse y sentía su palpitar, su respiración quebrada, que vagina dilatada con mi miembro dentro. Y sus ojos mirándome fijamente como desde entonces lo ha hecho. Ese grado de placer me calentó: "¿Piensa en alguien más? Debe ser su marido". Ah, su vagina me exprime. "No, no lo sé. ¿Quién?". Ah, me está exprimiendo más "Así debe habérselo cogido mil veces "ah, sí, sí sigue. Exprímela así. "¿Me estará disfrutando? Sí, sigue así” Duró una eternidad. Ella se venía y succionaba al mismo tiempo. Había sentido muchas vaginas, de muchos tipos, formas, colores y olores. Ésta se parecía a la de Laura. Sí, cuántas veces no nos amamos. Pero apretaba, abrazaba, constreñía en lo que sacaba chorros y chorros de fluidos. Ahhh, la sentía tan bien. Sabía cómo cogerse a un hombre: meterse su miembro y ...
... disfrutarlo adentro.
Me miró de nuevo, con incredulidad y pasión. Se acostó boca abajo y abrió las piernas. Pude ver esas nalgas en todo su esplendor. Las había sentido en las manos, pero ahora podía verla en 4, abierta, con ese gran culo apuntándome: "Eres una mujer tentadora", le dije y me acomodé tras de ella. Sentí el remordimiento. Mi mujer se había entregado muchas veces así conmigo. Durante años el sexo fue bueno, pero de unos años para acá apenas si nos tocábamos, durmiendo en la misma cama. Pero ella era lo contrario. "¿Por qué?", Pensé mientras se la metía de un sólo movimiento: ¡zas, zas, zas! Esas nalgas se movían rápidamente. Eran grandes, blancas, firmes. Eran las ancas de una yegua y me excitaban tanto. Quería sentirla. Quería tenerla. Penetrarla. Metérsela. Sentir sus gemidos. Gritos. "Aquí, así, dame duro, dámelo todo, quiero que me cojas" Se movía como una reina en mi miembro. Sabía moverse y yo le había marcado esa vagina con las venas de mi miembro que navegaba en ese canal estrecho. "Ah, sí, pequeña, mueve, mueve esas nalgas". Levántalas. Empínate. Enséñame como te coges a un hombre". Le decía ya completamente excitado. La pasión se desbordaba. Ella gemía y me pedía más y más. "Es rarísima: o no coge o no le es suficiente", pensé mientras seguía metiéndosela y viendo cómo de su vagina caía ese fluido, mío y suyo, bajándome por la pelvis hasta los testículos. "Aviéntame las nalgas con fuerza, hazme sentir tu pasión", le dije. Ella aventaba las nalgas hacia ...