La pasión no muere
Fecha: 29/03/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... hasta sus pechos.
Gruñó eróticamente al besar el valle entre sus pechos. La sangre le corría por las venas ansiosamente, gritándole que la poseyera en ese momento. Sin miramientos. Hizo que su instinto se calmara. Lamió y besó sus pechos, suaves al tacto áspero de sus manos. Mordisqueó suavemente, logrando que sus perfectos botoncitos despertaran y se irguieran. Los llevó a su boca, saboreando cual niño un dulce, aquella porción de su cuerpo.
Ella gimió de pura satisfacción al sentir su boca encargándose de sus pechos. Se arqueó contra él, dejándole hacer con su piel lo que él más quisiera. Sintió cuando las manos de él sacaron lentamente su ropa interior, y observó con agrado que él retiraba su ropa. En el descuido, logró deslizar sus delgadas manos por su pecho y abdomen, hasta sujetar firmemente su miembro. Lo escuchó gemir y detener su peso en el escalón de arriba, mirándola fijamente.
Acarició con suavidad toda su carne. Comenzó a moverla pausadamente de arriba hacia abajo, contrayendo su piel, y observando con complacencia que él cerraba los ojos ante todo aquello. Su miembro palpitaba en sus manos pequeñas pero extremadamente hábiles, según él pensaba. Aumentó otro poco más el ritmo de sus manos, remojándose los labios al pensar en su unión.
–Celeste... –susurró ahogadamente–, Celeste... –repitió cada vez que sus manos contraían la piel en su miembro.
La poca cordura que le quedaba a Celeste fue desechada inmediatamente al escucharle pronunciar su ...
... nombre con tal placer. Se sintió terriblemente sensual y poseedora de una fuerza sobre él que no había sentido. Dejó su miembro, volviendo a rodear su cadera con sus piernas y pegándolo a ella.
–Estoy ardiendo, mi amor... –jaló el lóbulo de su oído.
–También yo, cielo –y frotó su cuerpo contra el de ella, presionando su miembro erecto contra su intimidad. Viéndola como mordía sus labios, gustosa.
–Sabes que me enciende que me llames así –le dijo con sinceridad, acariciando su espalda ancha con sus dedos.
–Lo sé, –Marco sonrió con deseo, y rodeó la espalda de su joven mujer, acercándola a sí mismo para sentir sus turgentes pechos en el propio–. cielo, te deseo ya.
–Tómame, amor –le dijo ella rodeando su cuello–, cómo más lo prefieras, pero hazlo ya.
Marco no esperó mucho. Hizo que Celeste se levantara y él se acomodó en el primer escalón después del descansillo, logró que su mujer se sentara de espaldas a él y con las piernas por encima de las suyas. Besó y lamió su espalda de forma sugestiva.
Celeste se encargó de retomar su labor en su miembro, grande y duro que acariciaba con sus manos. Escuchándolo gemir y gruñir suavemente por su tarea. Marco recorrió la parte interna de sus muslos, percibiendo que su mujer se hallaba bastante excitada, por la humedad de su sexo. Su mujer gimió ante la caricia íntima en sus muslos, y entonces quiso atormentarlo un poco. Colocando la punta de su miembro en la entrada de su intimidad, movió sus caderas de tal forma que ...