La pasión no muere
Fecha: 29/03/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... estremeció–: Anda tú, yo lo apago.
Celeste recogió la camisa que Marco le quitara y se la echó encima de los hombros. Subió los últimos seis escalones para dirigirse a su habitación. Aún con la sensación de hormigueo en el cuerpo se recostó en la cama y llevó sus manos hasta su vientre, donde acarició suavemente y sonrió. Tenía unas semanas de retraso, pero no quería dar nada por sentado, aunque en el fondo, sabía que era cierto.
Sintió los fuertes brazos de Marco rodearle la cintura y darle la vuelta para sujetarla contra sí. Besó sus pómulos, su nariz y su barbilla, antes de tomar sus labios lenta y suavemente.
–Hola de nuevo –le dijo Marco, acariciándole la piel de la cintura–. Me encanta sentir el tacto de tu piel.
–Hola –respondió ella, pegándose más a él para sentirlo–. A mí también me agrada.
–¿Cómo estás? –Marco respiró en su oído, haciendo que la piel de Celeste se erizara.
–Esperando que me hagas el amor una vez más –Celeste succionó la piel de su cuello, marcándole igual que él lo hizo.
–No me lo dices dos veces... –le dijo con una pequeña sonrisa en los labios.
Justo así, como estaban acostados, Marco la penetró profundamente, arrancando de los labios de su esposa un gemido y un jadeo. La sujetó de la cintura y la elevó sobre su cuerpo, acariciando a su paso sus pechos, enrojecidos de su anterior posesión, pero igualmente apetecibles para él.
Movió sus caderas debajo de ella, logrando que Celeste gimiera de placer.
–Muévete, cielo... ...
... –le dijo roncamente.
Celeste, sentada a horcajadas sobre su esposo con su miembro duro dentro de ella, comenzó a mover sus caderas de adelante hacia atrás, robando de Marco suspiros y gruñidos, muy similares a un gemido. Y como adoraba que él hiciera eso.
–Así, cielo... –susurró con placer, mordiendo su labio inferior con fuerza.
Celeste sonrió feliz de escucharle y continuó su vaivén, aumentando el ritmo gradualmente. Cambiando movimientos y alternándolos. El cuerpo de Marco se inflamaba cada vez más cuando ella se movía de otra forma y le daba placer de todos modos. Vio cómo su esposo echaba la cabeza hacia atrás y se arqueaba. Gimió junto con él.
Dejó caer su cuerpo sobre el de Marco, y mientras él se retorcía con goce ante la penetración más profunda que podía lograr de aquella manera. Celeste le besó el cuello suave y lentamente, alargando su placer. Recogió con la lengua las gotitas de sudor de su esposo y le susurró al oído palabras dulces, y gemidos suaves.
Una vez más, sintió la suspensión de su cuerpo. Los sentidos nublados y las respiraciones agitadas, intentando normalizarse. Marco sujetó a su esposa con fuerza, mientras volvía a derramarse dentro de ella, y la besó salvajemente. Ella gemía entre sus labios, sintiendo su propio clímax, haciéndola temblar sobre el cuerpo desnudo de su marido.
–Te amo –susurró y la besó de nuevo–, te amo –repitió jadeante–, te amo.
–Marco... –gimoteó ella, extasiada por las emociones.
–Mi pequeña –le susurró, ...