1. Si te daba mis pechos, tendría que darte hasta el culo


    Fecha: 01/04/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos

    ... en un sofá que se hacía cama por las noches. Definitivamente Juliet estaba muy nerviosa, sus manos estaban frías cuando las toqué y estas temblaban. Yo estaba nervioso igual, pues nunca imaginé entrar a invadir una habitación donde el dueño y quien paga las cuentas se encuentra trabajando y sin quizá sospechar que su mujer tiene el deseo de ponerle los cuernos. Eso estaba pensando y llegaba a la conclusión que era mejor retirarme. A decirle eso, lo que tenía en mi pensamiento iba, cuando Juliet me pide que me acerque.
    
    En esta ocasión fue ella la que me dio un beso y fue ella la que se fue por encima de mí. Le removí la toalla y por primera vez veo en algo la areola oscura y el pezón de sus pechos a través de su camisón de dormir. Nos besábamos y yo le tomé por ese trasero subiéndole su camisón para sentir lo voluptuoso de sus carnes. Sus glúteos se sentían sólidos y sé que llevaba una pequeña tanga, pues encontré el hilo dental dentro de sus nalgas. No sabía que color eran, no me había dado tiempo en descubrirlo. En esa posición le removí su camisón y me quedaron sus dos pechos colgando frente a mis ojos. Los tomé con mis manos y uno a uno me los llevé a la boca y comencé a mamarlos. Juliet solo dijo una frase que fue como una canción a mis oídos: -Sabía que si te daba los pechos tendría que dártelo todo.
    
    Los pechos de Juliet eran de buen tamaño con una figura alargadas y donde ambos se podían unir y mamar los dos pezones a la vez. Sé que le gustaba que le hiciera eso ...
    ... porque siempre que lo hacía ella gemía de placer. La luz en la habitación era un tanto pálida que se me fue difícil reconocer el color de la tanga cuando le di vuelta y era Juliet la que estaba ahora debajo de mí en posición del misionero. Ella me había despojado de mi camisa polo, pero continuaba con mis pantalones vaqueros por sobre de ella. Su piel olía al jabón como sí antes de llamarme había tomado una ducha. Le gustaba que le mamara los pechos y pasé un buen tiempo chupándolos. Sabía que al bajar a su concha estaría totalmente húmeda y cerca de hacer erupción. Bajé por su monte venus el cual carecía de algún vello, pero pude descubrir a pesar de lo pálido de la luz, una cicatriz en su abdomen que ahora puedo entender que se trató del parto por cesárea. No intenté quitarle su pequeña tanga, tan solo la hice de lado y me concentré a chupar esa conchita que estaba jugosa y muy caliente.
    
    Juliet tiene una conchita de labios delgados y si uno la mira parada solo se mira una línea. Para descubrir su clítoris uno tiene que abrir esos labios y eso fue lo que hice y me dediqué a pasarle la punta de mi lengua sobre su clítoris de forma muy delicada. De vez en cuando bajaba mi lengua y la subía intentando a penetrarla con ella lo más profundo posible. Al principio fueron movimientos lentos, pero conforme Juliet correspondía con la ansiedad de ese vaivén de sus caderas que deseaba una dosis más fuerte, mi lengua subía y bajaba con frenesí. Me lo anunció un minuto antes y continuó ...
«1...345...»