1. Sesión golfa


    Fecha: 11/04/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... podría ser improcedente formular algunas preguntas. Los había con conciencias delicadas.
    
    -Sí, de alguna forma, hay que sustentar este tipo de establecimientos, pero como acudimos pocos, nos solemos conocer-le respondió él.
    
    La chica detectó la vagueza y la ambigüedad impregnadas en sus palabras, pero no quiso ahondar. Añadió al carácter del hombre un rasgo de astucia y planificador.
    
    -¿Puedo preguntarle su nombre?-le requirió ella. Otra cuestión delicada. No debería seguir por aquel terreno resbaladizo.
    
    -Ricardo-le respondió él, y ella asintió, satisfecha. Parecía sincero y su respuesta había sido tajante y decisiva. Si la estaba engañando, tenía una cierta habiidad para ello, lo cual no le sorprendería en caso de ser abogado.
    
    Sin embargo, no tuvo mucho más tiempo para pensar. La mano de Ricardo continuaba dominando su pecho, jugando con el pezón descubierto y trazando inquietos y suaves círculos en torno al pezón, como una fiera que estuviera rondando a su presa. Con sigilo Sus maniobras parecían contentar a la chica, que no paraba de rebullirse en el asiento, y de mirarlo de soslayo, como si le urgiera en silencio a que continuase. En ese momento, él acogió con suavidad una de sus manos, y la invitó a levantarse, aceptando sumisamente ella su petición.
    
    Sonrió satisfecho al reconocer que la joven no mostraba ápice alguno de rechazo o remilgo. Sus peticiones eran aceptadas amablemente, indicándole al hombre que podía proceder a realizar cuanto quisiese, ...
    ... pero él bien sabía que aquella chica no era ninguna ilusa ni cobarde, y que sabría desenvolverse perfectamente para librarse de él si cruzaba algún límite.
    
    Sus reticencias se desvanecieron en cuando vislumbró con la escala luminosidad de la sala el par de tersas y generosas colinas enmarcadas por el escueto hilo que se perdía en el abismo de sus cachetes. Sonriendo para sí, acogió entre sus dedos el borde de las braguitas, y fue deslizándolo por sus muslos, hasta dejarla desnuda de cintura para abajo. En un irresistible impulso, deslizó sus dedos entre sus muslos, hasta que la yema de su dedo índice horadó la escondida gruta, percibiendo el rocío que adornaba los pétalos de su flor.
    
    La joven se aferró con sus dedos al respaldo de las butacas inferiores, mordiéndose un labio, al tiempo que Ricardo besaba y acariciaba su expuesto culo. Una de sus manos emergió entre sus muslos, adueñándose del valle deseoso de su vientre, hasta conseguir que un dedo se paseara entre sus labios húmedos, dejándose acoger en el ardor que le ofrecía una generosa bienvenida.
    
    Ricardo le estaba demostrando una exquisita habilidad y labor, sin precipitarse en sus manejos, como si estuviera guiándola ciegamente pero con paso seguro a un destino insólito.
    
    Y lo cierto es que aquella experiencia le estaba resultando sorprendentemente excitante y morbosa. Ni en sus fantasías eróticas más sorprendentes había abrigado la posibilidad de tener un encuentro sexual en una sala de cine, y mucho menos de ...
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