1. Sesión golfa


    Fecha: 11/04/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que ansiaba sus cuidadas atenciones, sin embargo, el hombre retiró su mano de la zona, aproximó su rostro al de ella y susurró al oído sus primeras palabras:
    
    -Déjame hacer.
    
    Su voz era grave, acompasada y vibrante, el propio tono de un hombre acostumbrado a lidiar con situaciones conflictivas sin perder los papeles ni los estribos. Tal vez se tratase de un abogado, o de un policía. Él volvió a buscar el refugio de su boca, y mientras proyectaba su lengua para contorsionarla con la suya, sus atrevidos dedos se colaron bajo la tela de las braguitas, paseándose por su superficie oculta.
    
    Sus labios percibieron el amago de sonrisa del hombre, complacido al notar el suave vello recortado que decoraba su vagina, cuyos labios ya se encontraban impregnados de una tímida humedad.
    
    Era tranquilo y cabal. Otros, se habrían lanzado a horadar su coño con los dedos en ese mismo momento, o incluso le pedirían que ya hubiese penetración, pero él optó por ir desabrochándole su camisa vaporosa, hasta dejarla con el sujetador negro y su collar plateado como vestigios de vestimenta.
    
    La chica se encontraba satisfecha, pero quiso mostrar un poco de rebeldía, necesaria para atestiguarle que ella no era un simple títere que se moviera a su antojo. Por ello, alzó su cintura para liberarse del cinto de la falda, y con sus manos deslizó la prenda hasta sus tobillos, lanzándole una mirada retadora.
    
    Él pareció reconocer sus intenciones, pero no respondió a la provocación, sino que le ...
    ... acarició la mejilla, con una ternura que a la chica le recordó al suave tacto de los pétalos de las rosas. La propia caricia que un padre haría a su hija.
    
    Volvieron a besarse, con apasionamiento, dedicándose tiempo y complicidad, pasión y entusiasmo. Entonces, la mano de ella liberó la prisión de sus pechos, y él detectó su maniobra por el rabillo del ojo y aprovechó para colar su mano bajo el sujetador, cuyas ligaduras aún pendían de sus hombros. En una ingeniosa maniobra, él acomodó su espalda al respaldo de la butaca, y con la mirada la invitó a que clavara sus ojos al frente.
    
    Ella, dudosa, le obedeció, y comprobó la pericia del hombre, pues sus ojos adivinaron la silueta tambaleante del joven de la entrada, que se asomaba y luego volvía a marcharse por el pasillo tras responder con una inclinación de cabeza al saludo de los dos únicos espectadores varones de la sala. El joven ni siquiera percibió que, mientras con una mano saludaba, la otra se encontraba ocupada acariciando y jugando con su seno ofrecido, rozándose con el pezón afilado y endurecido. A ojos del chico, lo único de lo que podría darse cuenta es de la posición cariñosa y parejil del brazo del hombre en su chica.
    
    -Acostumbra a hacer una ronda a los quince minutos de la película, para asegurarse que Renato no se ha dormido-le susurró él, ante el gesto sorpresivo de la joven.
    
    -¿Suele ha..., venir aquí?-le preguntó ella, en un susurro. A punto estuvo de preguntarle si solía hacer aquello, pero sabía que ...
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