1. Lobo feroz


    Fecha: 15/04/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... una salida. Un pie, el otro y su tanguita está en mis manos. Lo huelo; cuando se marche se lo pediré de recuerdo. Deslizo su ropa por un suelo no demasiado limpio, confío en que sabrá perdonármelo. Después la blusa y la chaqueta, desnudo sus hombros, y finalmente emprenden el vuelo desde mi mano al montón de su ropa. Recoloco su cuerpo, la espalda apoyada en la pared, las piernas ligeramente separadas y flexionadas, que sus muslos sufran un poco. Luego vuelvo a su cuerpo. Un lametazo largo, sucio, de abajo a arriba para ponerla en preaviso. Escupo sobre su sexo, mi lengua extiende la saliva para darle un brillo especial. Gime. Entierro la cabeza entre sus piernas, se revuelve. La frente apoyada en la parte más baja de su tripita, la nariz aspirando el perfume de su vello, y los labios sobre los suyos. Mi lengua se cuela lo suficiente en su coño como para comprobar que quiere guerra, respiro, y vuelvo de nuevo. No sé cuanto dura su tortura, en cualquier caso demasiado para su cuerpo desentrenado. Es incapaz de mantener las piernas flexionadas, así que opto por pasar una de ellas sobre mi hombro, con su femoral bombeando en mi oído. Mis besos caen por su muslo, me concentro en su concha. Me ayudo de los dedos, separo sus labios. Rosáceo y tímido observo su clítoris. Inesperadamente soplo sobre él. Ella ríe, y presa de las cosquillas intenta cerrar las piernas. No le dejo, vuelvo a su pipa. Lo beso, lo lamo, trato de pinzarlo entre mis labios. ¿Cómo decía el cuento? Para ...
    ... comerte mejor… El tintineo de sus pulseras me avisa que sus manos se van a posar sobre mi cabeza, sus uñas rasgan mi cuero cabelludo. En esta postura estoy indefenso, ella ve a las claras que me falta pelo; en esta postura está indefensa, la veo deshacerse cada vez que mi lengua ataca su sexo. Gime, aplasta mi cabeza y gime. Cuando su respiración se acelera sé que es irreversible. Se corre de nuevo. Asisto en exclusiva a su orgasmo, su coño empieza a segregar flujos y mi boca bebe de ellos.
    
    Cuando me incorporo la beso. Su cara tiene la sonrisa inimitable de la felicidad. La giro y hago que se mire en el único espejo de cuerpo entero que tengo en casa y que teníamos casi enfrente. Su pelo algo más alborotado de lo que había previsto la laca, la cara colorada y el cuerpo brillante por el sudor. Le gusta lo que ve. A mí también. Me desnudo con prisas y contemplo nuestro reflejo en el espejo: dos perfectos incompletos. Sólo falta un detalle y ella se ha dado cuenta. Alarga la mano y agarra mi pene; algo crecido pero perdida la dureza. Sujeto su brazo a la altura de la muñeca y guío sus movimientos. Surte efecto, crece algo y se hincha como el pecho de un pollo. Ahora sí, aunque siempre se puede estar mejor. Cuchicheo en su oído, ella se detiene, me mira, una sonrisa pícara cruza su rostro y comienza a arrodillarse.
    
    - Ah…- gimo. La suavidad de sus labios, la humedad de su lengua; cierro los ojos y me dejo mecer por su boca. Me quiere corresponder y pone empeño; ya no estará más ...
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