1. Lobo feroz


    Fecha: 15/04/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    No eres más que una zorra calientapollas- le tenía que haber dicho, pero no, le he deseado buenas noches y me he despedido hasta mañana. Llevo el suficiente tiempo en las redes sociales para saber cómo funcionan, y sé que prima la paciencia. No me importa esperar, seguir una estrategia, acechar, confundir a la presa, como un lobo. Aunque ella ya no tenga la edad de Caperucita. Estos ojos y esta boca tan grandes, estas manos enormes y este rabo gordo son para hacerlo todo mucho mejor. Y no importa que luego venga el cazador, porque para entonces yo ya habré saciado mi hambre. Mientras llega ese día, que llegará, cierro el chat, me acomodo en mi sillón ergonómico, y abro a plena pantalla la foto tan sugerente que ella me ha enviado antes de decirme que sólo busca amistad. Viéndola lamer un helado con un cucurucho deliberadamente grande, con un escote ante el que la palabra vértigo se queda pequeña y mientras en el reflejo de sus gafas de sol puedo adivinar caer la baba del fotógrafo de turno, mi mano, subiendo y bajando, ayuda a que bajen las pulsaciones y se me pase el enfado.
    
    Ninguna cuarentona que busque únicamente amistad pone como foto de perfil una imagen en la que enseña más de media teta. Así de claro. Por eso estoy aquí de nuevo, y por eso está ella; porque soy su mejor opción, por cercanía, por físico, porque sé decir lo que ella quiere escuchar en cada momento, porque sé cuando calentarla y sacar su lado más sucio sin que lo parezca, porque no parezco tan ...
    ... desesperado como los demás por acostarme con ella, aunque lo esté. Costará, pero llegará ese momento más temprano que tarde en la que ella pida una cita. Tomar un café, pasear, charlar… todo quiere decir follar.
    
    Si no lo es, lo aparenta muy bien. Sólo hay que ver la forma de chupar la cucharilla con la que acaba de dar vueltas a su capuccino. Como en la foto con el helado. Si en una primera cita uno muestra sus puntos fuertes y esconde los débiles, ella me está demostrando que sabe utilizar muy bien la lengua. Además está la diferencia de estatura y la perspectiva y su costumbre de llevar sueltos los dos primeros botones de la blusa, que hacen inútil cualquier esfuerzo de mi imaginación. Y mientras la mayor parte de mi cerebro está concentrado en encontrar ese momento en el que los pezones se le marcarán en la brillante tela de su camisa, hay un reducto de mis neuronas que no han desconectado, que aun son capaces de reír sus pretendidas gracias, de contestar a sus preguntas y de presentarme como un buen partido. Al final quedamos en una cafetería, terreno neutral, pero cerca de mi barrio. No me lo dijo, que quedó claro que no quería que nadie la pudiera ver conmigo, y aunque no sé cómo tomármelo, tenerla en mi terreno me puede acabar favoreciendo.
    
    Nos hemos reconocido al instante, tampoco fue tan difícil. Habíamos intercambiado fotos, y el lugar tampoco estaba tan concurrido. No se lo diré nunca, pero tiene algún kilo de más para su estatura, aunque tampoco se pueda decir que ...
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