Lobo feroz
Fecha: 15/04/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... encorvo, apoyo el pene en sus labios y repentinamente me elevo. Oh, si… ¿Por qué hemos perdido tanto tiempo chateando si era esto lo que deseábamos desde que intercambiamos el primer saludo? Estoy dentro, ella da un respingo y se muerde el labio. Me retiro levemente y vuelvo a empujar. Reímos. Un golpe más y nos convencemos de que aquello es real. Ritmo, trato de darle ritmo. Entro y salgo, salgo y entro. Apoyo mi frente en la suya, su mirada busca la mía. Empujo, empujo… Mi boca trata de encontrar algo de humedad en sus labios, pero éstos arden; toda ella arde. Sus dedos se entrelazan con los míos. Ella levanta la pierna, rodea las mías. Trato de mantener la cadencia. Sus manos se posan en mi pecho, peinan mi vello, me hacen cosquillas. Trato de no desconcentrarme; paso ligero, un, dos, un dos… Su calor se traspasa a mi cuerpo. Dentro, fuera, dentro, fuera. Nuestras bocas se encuentran, nuestros cuerpos chocan. Mis manos abrazan su espalda, busco su trasero, la levanto en el aire, bota sobre mi polla. Su braga rebelde me incomoda, ella la aparta de nuevo y aprovecha que sus dedos ya están ahí para estimular su clítoris. Yo sigo a lo mío. Su cuerpo me pesa, los brazos se me cansan, empiezo a sudar. O ella o yo. No puedo desfallecer, no ahora. Inicio una nueva tanda, entro, salgo, entro, salgo, entro…
- Ay, si, si… así, no pares, sigue, sigue- empieza a farfullar entre gemidos. Un pequeño esfuerzo, una gran recompensa; si se corre yo tendré unos instantes para recuperar ...
... fuerzas. Agarro mejor su cuerpo, pongo más ímpetu. Empujo, empujo, pareciera que la quisiera empotrar en la pared. Se corre. Un último empentón y, sin salir, me retiro lo suficiente para no acabar preso entre sus convulsiones. Observo su cara, sus bonitos ojos se tornan en blanco y su boca abierta como si hubiese tenido una aparición. Hago que deje de levitar y la deposito en el suelo. Trastabilla, no sé si todavía le tiemblan las piernas o es que ha apoyado mal un tacón. Nos miramos y nos agradecemos mutuamente sin hablar.
La beso; los dos tenemos que exigir a nuestras gargantas una dosis extra de saliva que poder intercambiar. Sigo bajando por su cuello y un aroma mezcla de perfume caro y sudor me embriaga. Después esos pechos… No los suelto, los junto, los subo, los bajo, clavo en ellos mis dientes y mis uñas. Levanto la vista, se muerde los labios con los párpados caídos. Se está calentando de nuevo, tengo que seguir mi viaje. Su vientre palpita, siento en mis labios el calor de su sangre yendo y viniendo. Su escaso y cuidado vello púbico, de un color que no acierto a definir me indica que ese debe ser el tono natural de sus cabellos. Estampo un morreo en sus labios, mi lengua se deleita con un retrogusto de orgasmo. Ella posa sus manos en mis hombros: primero me aparta, luego me atrae hacia sí. Bajo completamente sus bragas.
- Vamos a ponernos cómodos- le digo. Ella escruta mis movimientos mientras le levanto una pierna, luego otra, saco sus zapatos, el pantalón busca ...