1. Cuarentena en un hotel de Panamá


    Fecha: 15/04/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... mental ponerme algo.
    
    La dueña de la maleta era una hortera, la ropa era tremenda, pero lo que si me sorprendió encontrar fue un arsenal de juguetes sexuales que la muy picara se ve que no podía viajar sin ellos.
    
    En otras circunstancias me hubieran dado un poco de asquito, pero ya que estábamos decidí lavarlos e ir probando cada uno de ellos.
    
    Empecé por probar el famoso satisfyer pro. Me corrí en menos de dos minutos, aquello era un invento del diablo, aunque me hubiese vuelto a masturbar de nuevo con el mismo juguete cogí un utensilio cuya cabeza era una bola vibradora y me lo apliqué al clítoris. Creo que grité de más cuando me corrí.
    
    Me pasé los siguientes dos días metiéndome dildos de distintos tamaños por mis dos agujeros, alternaba juguetes y me corrí como una posesa mil y una vez.
    
    Aunque parezca increíble no había salido al balcón más que un par de veces. Me preparé del mueble bar un ron con cola y aprovechando una tormenta tropical con mucha descarga eléctrica salí a tomármelo al balcón.
    
    Me sorprendió darme cuenta que tenía un vecino de habitación que estaba como yo tomándose una copa y viendo la lluvia caer.
    
    - Hola – me saludo.
    
    - Hola, ¿español? – le pregunté – era un tío guapísimo, de esos que te follarías en una noche loca sin pensarlo.
    
    - Si, de Madrid.
    
    - Hombre, yo también. ¿Llevas mucho tiempo hospedado?
    
    - Bueno, hospedado es muy generoso, estoy de cuarentena.
    
    - Yo también. ¿Y llevas mucho?
    
    - Cinco días.
    
    - Yo ...
    ... cuatro.
    
    - Ya lo se.
    
    - ¿Cómo que lo sabes?
    
    - Si, eres muy escandalosa con tus orgasmos – me puse roja como un pimiento.
    
    - ¿Tanto se me oye?
    
    - Muchísimo.
    
    - Joder, pues yo ni te había oído.
    
    - Yo, se ve que me corro más en silencio.
    
    - Ósea que también le das. La verdad es que no hay mucho más que hacer.
    
    - Si te soy sincero me masturbo cada vez que lo haces tu.
    
    - Pues no debes parar – y no reímos juntos.
    
    Estuvimos de copas y cháchara de balcón a balcón hasta que dos o tres horas después dio un bostezo y decidimos que nos retirábamos.
    
    - Pues chico me voy a la cama.
    
    - A volver a darle – me dijo con guasa y con la confianza que ya habíamos ganado.
    
    - Ja ja ja, pues si, te juro que pagaría por una de verdad – ya le había contado lo que contenía la maleta - pero no me queda más remedio que aprovechar la tecnología.
    
    - No le des mucho que no te puedo seguir el ritmo.
    
    - Si te soy sincera si pudiese abrir la puerta del cuarto te invitaría a pasar.
    
    - ¿A mirar?
    
    - No, a que me montes. Es lo mínimo que puedo hacer con un compatriota en circunstancias como las nuestras
    
    - Ja ja que simpática eres.
    
    - Pues ya sabes, cuando quieras, por matar el tiempo ya sabes.
    
    Entre en la habitación y caliente como estaba me corrí a gritos, mas excitada si cabe sabiendo que mi vecino de quien no sabía ni el nombre me estaría escuchando y meneándosela. Una pena que estuviésemos en una planta 20, que el metro de separación entre balcones fuese una distancia ...