Mala leche
Fecha: 21/04/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... arredrarse en ningún momento. Hasta ese momento, yo me había limitado a defenderme sin presentar batalla. Sin embargo, viendo que mi prima me estaba comiendo terreno, no tuve más remedio que contraatacar. Hundí mis dedos en su pelo y, a la voz de: ¡Baja!, invadí su garganta, su ano y su ardiente vagina, todo al mismo tiempo.
Sometida y desbordaba por cada uno de sus orificios sexuales, mi prima Natalia arqueó la espalda y, tras una brusca sacudida, tuvo un fenomenal orgasmo.
Satisfecho al ver como Natalia se estremecía merced a mis atenciones y caricias, sujeté con fuerza su cabeza obligándola a chuparme la polla mientras se corría. Después de ese primer clímax, en cuanto mi prima empezó a serenarse, yo azucé su sexo febrilmente hasta hacerla tener un nuevo orgasmo. Nata se retorcía como una alimaña salvaje, pero aún tuvo otros dos o tres orgasmos más antes de que mi pollón saliese del interior de su boca.
Yo había supuesto que, una vez liberada, Natalia se subiría a horcajadas sobre mí, pero, en vez de eso, ella siguió follándome con su boca hasta hacerme eyacular. Luego, sí, después de tragarse mi corrida, Nata me montó y cabalgó sobre mi regazo hasta quedar exhausta y temblando de tantísimos orgasmos como tuvo.
Poco a poco recuperamos la escasa cordura que teníamos a esa edad. Entre una chupada mía a su pezón y un mordisquito suyo en mi oreja, reuní el coraje suficiente para hacerle esa delicada pregunta que me nublaba el pensamiento.
— Oye, Nata. ¿Alguna ...
... vez te han sodomizado?
Mi prima sonrió.
—Aún no he conocido al hombre adecuado.
—¿Ah, no? —dije francamente extrañado.
La experiencia y las confidencias de mis amigos sobre sus novias me habían hecho saber que, tras perder la virginidad, la mayoría de las chicas no tardaban en probar por atrás. A Esther, una enfermera alta y flaca, le flipaba el sexo anal. Casi todos la habíamos metido entre sus nalgas. Sin embargo a la mayoría de chicas eso les resultaba demasiado forzado y engorroso y sólo volvían a dejarse dar por el culo de forma ocasional.
—¿Y cómo sabrás quién es ese hombre? —inquirí con
—Porque antes de metérmela en el culo tendrá que casarse conmigo. ¡No te jode! —clamó con desparpajo.
Aquel fin de semana mi prima andaba con una calentura continua. Se despertaba con ganas de comerme el rabo, por la tarde se restregaba conmigo en la piscina y luego, al caer la noche, sus gemidos transgredían el toque de queda nocturno. Yo siempre llevaba un par de condones por si acaso, pero el sábado tuve que ir a comprar. Acabé con la polla en carne viva. El roce del calzoncillo me dolía como si me pellizcaran en el glande y, cuando volví a casa el domingo por la tarde, tuve que untarme la polla con crema Nivea por su culpa.
Pasaron unos años sin saber de ella. La verdad es que a mí no se me pasó por la cabeza llamarla pues, sinceramente, después de aquellos días en la sierra pensaba que mi prima no estaba muy bien de la cabeza. Hasta que un buen día recibí una ...