Mala leche
Fecha: 21/04/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... llamada suya.
Nata me convidó a comer en casa de sus padres aquel mismo domingo. También irían mi madre y mis hermanas, pues quería darnos a todos las invitaciones de boda, de su boda. ¡Nata iba a casarse! Después de felicitarla le pregunté cuando pensaba celebrar el evento y ella me informó que la boda tendría lugar a los dos meses. Algo tan precipitado sólo podía deberse a una razón, de modo que ella misma confirmó que estaba embarazada y yo la volví a felicitar.
Aquel domingo había un auténtico gentío en casa de mis tíos, y eso que mi hermana pequeña no había podido ir y que todavía no teníamos niños. También estaban allí mi primo, su mujer, su hija y el futuro marido de mi prima.
Mi tía me contó confidencialmente que el novio de mi prima era un hombre nueve años mayor que ella y que tenía un cocedero de marisco que al parecer daba bastante dinero. Entonces deduje de quién era ese enorme BMW X4 que había visto en la puerta de mis tíos. Alfonso era un divorciado arrogante con más barriga que cultura, extremo que me demostró con una de las primeras frases que le oí decir. “Donde hay calidad, no hay competencia”. Alfonso no se refería a su futura esposa si no a la bandeja de gambones que ésta estaba colocando en la mesa. Yo, en cambio, no podía dejar de venerar el culazo de la prometida. Nata iba enfundada al vacío en unos jeans que pronto no se podría abrochar.
A pesar de las críticas de su cuñada, mi prima insistía en ayudar a mi tía a servir la mesa. Se notaba ...
... que Nata se mordía la lengua para no mandar a la mierda a la mujer de su hermano. Mi tía nunca me había dicho nada, pero estaba claro que no se llevaban nada bien, y a mí no me extrañaba. María solo hacía comentarios envenenados y despreciativos o hablaba en representación de mi primo que, obviamente, pasaba de llevarle la contraria.
En aquella época yo no tenía pareja, de modo que no dejaba de mirar a mi prima con una entrañable sonrisa pintada en la cara. Todos pensaban que la contemplaba con ternura a causa de su anunciado embarazo. Sin embargo, lo que yo hacía era recordar con que entusiasmo la mamaba mi prima y los grititos que daba cuando se la metían.
Me sobresalté al toparme de pronto con los ojos de desaprobación de mi tía. Fingí no darme cuenta y le pedí a mi madre que me pasara la botella de Coca-Cola. Estaba convencido de que mi tía se había dado cuenta de que mi forma de mirar a su hija no tenía nada de afecto, si no un repentino e irrespetuoso interés por volver a follarla, de forma que tomé la determinación de comportarme es debido. Quién sabía, cabía incluso que mi prima le hubiera contado a su madre lo de aquel fin de semana.
Curiosamente aquellas miradas furtivas y lascivas me sirvieron de paso para corroborar la antipatía entre Nata y su cuñada. Era como ver a dos gatas a punto de clavarse las uñas. Nata hervía de rabia cada vez que su cuñada banalizaba los comentarios o la opinión de su hermano mayor. Mientras que el aludido hacía caso omiso a los ...