1. El secreto de Karina


    Fecha: 05/05/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pudo evitar que la imagen de Javier se le cruzara por la cabeza. La imagen de él penetrándola. No voy a ceder, se decía, no soy una puta y ya no soy una pendeja, se repetía a cada momento. Entonces escuchó la puerta principal abrirse. Asumió que era Brenda que ya volvía de lo de su amiga, así que siguió con el ejercicio.
    
    Javier atravesó la puerta y la encontró agitada, con la ropa empapada y la cara y los brazos chorreando transpiración.
    
    — Que sexy estás así, toda sudorosa. — le dijo sonriendo.
    
    Ella apagó el video y le preguntó:
    
    — ¿Por qué viniste tan pronto?
    
    — Por suerte terminé rápido. Ya no tengo nada más que hacer. Lástima que saqué los pasajes para mañana, si no, me iba hoy mismo.
    
    A ella le indignó el comentario, pero no dijo nada al respecto.
    
    — Me voy a bañar — comentó.
    
    Cuando le dio la espalda, Javier le miró el culo con deleite.
    
    — Te hace bien el ejercicio. Te mantiene levantado ese culito hermoso que tenés.
    
    — No seas desubicado —le recriminó ella—. Yo te quiero mucho, pero amo a Martín. Y vos estás en su casa, deberías respetarlo.
    
    — Okey, perdón —dijo él, sintiéndose culpable, aunque seguía caliente. — ¿Y Brenda? — preguntó.
    
    — Se fue a lo de una amiga — dijo Karina, y al ver la expresión de él agregó — Ya debe estar llegando.
    
    Karina fue a buscar una toalla en el ropero, ya que en el baño no quedaban. Cuando se disponía a entrar, sintió la mano de Javier que la agarraba de la muñeca.
    
    — ¡No! — gritó.
    
    — Si — dijo él, ...
    ... tumbándola en el piso, dejándola boca abajo, sin darle tiempo a que reaccione.
    
    — No — repitió ella. — Bren nos va a ver, en cualquier momento llega.
    
    Pero Javier le dio un tirón a la calza, bajándosela al mismo tiempo que la bombacha. Karina seguía diciendo que no, pero su cuerpo no ofrecía resistencia. Seguía en el piso con el culo al aire. Javier le besó las nalgas, puso su nariz en medio de ellas y las olió.
    
    — Que rica que estás así toda sucia Kari — le susurró dándole una nalgada.
    
    — Ojalá no hubieses venido —le dijo ella, sintiendo los besos, al mismo tiempo que abría las piernas—. Ojalá te hubieses quedado en San Luis para siempre.
    
    Javier se desabrochó el cinturón y se bajó el pantalón, para luego tirarse encima de ella. Apuntó su miembro al agujero y lo penetró.
    
    — ¡Ah como te odio hijo de puta! — gimió ella, retorcida en el suelo.
    
    Copularon sobre el piso del pasillo del baño. Parecían dos víboras encimadas, que arqueaban sus cuerpos al mismo tiempo y de la misma manera.
    
    — Arrancame el pelo —ordenó ella.
    
    — Si mamita —dijo Javier, estirándole la cola de caballo, mientras la nalgueaba. Para ella el dolor era delicioso. Además, pensaba que merecía sufrir por ser tan puta.
    
    Javier cogía fuerte y bien. Karina chocaba el cuerpo contra el piso duro en cada penetración. Javier lamía la piel salada por la transpiración, y le resultaba exquisita. Corrió a un lado el pelo, y le besaba el cuello mientras le daba cortas penetraciones. Karina ya no decía que no a ...
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