El regalo: Un antes y un después (Vigésima quinta parte)
Fecha: 09/05/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... al frente de la cama, cruzarse de brazos y esperar. No tuve de otra que responderte ahí mismo. Obviamente, para evitar una pelea contigo no dije nada en el momento y sí, me vi en aquella habitación con mi deseada asistente oculta en el baño y con otro pretendiente, sentado y en silencio, observándome.
—¡Tan de buenas tú! Y por supuesto… ese hombre. —Acoté, destapando la segunda cerveza.
—¡Disfrutó de tus peticiones!, como era de esperar. Excitado por ver cómo te bailaba y al hacerlo, desnudaba mi cuerpo para ti, en un momento que voltee a mirarle, él ya se estaba meneando el pene. Lo siento, pero no supe que hacer o no tuve el valor para echarle de mi habitación y que tú te dieras cuenta porque sabía muy bien que pensarías mal de mí. ¡Tal cual aconteció! El que sonara su móvil en ese momento fue mi salvación y mi perdición al mismo tiempo. Quien le estuviera llamando a esas horas, creo yo qué debió ser su esposa por la expresión de sorpresa, tanto que palideció su rostro, le hizo finalmente recapacitar. Se acomodó de nuevo la verga dentro del pantalón y salió con prisa de mi habitación. ¡Puff! Necesito otro trago. ¡No! Mejor que sean dos.
Y «Strong enough» ya me fue envolviendo en sus melodías y con sus frases pausadas al principio para luego incrementar el ritmo y volver a calmar, abría las llagas en mi interior, no curadas. Obviamente Silvia «sin sentir» la canción, solo continuaba con su historia, teñidas sus razones del color de las disculpas.
—Te volví a ...
... marcar para explicarte, pues por el susto ya se me había pasado el efecto de los cocteles y se me habían bajado las ganas al suelo. Pero no contestaste más, ni escuchaste mis mensajes. Antonella salió del baño, también muy apenada pues se dio cuenta de todo, me vio llorando, arrodillada en el piso con mi teléfono en la mano y me consoló por largos minutos. Pensaba marcharse pero yo… ¡Mi vida yo!... Yo le pedí que se quedara. Sabía perfectamente en mi interior que lo nuestro ya, resquebrajada la confianza que depositaste en mí, –por culpa de mi jefe– se había roto completamente y que estarías pensando en que te había sido infiel… ¡Precisamente con él!
Instintivamente observé los gestos en el rostro de mi mujer. Permanecí atento al brillo de sus ojos marrones por si cambiaban, evaluando cada leve movimiento de tensión en sus músculos, algún tic nervioso que la delatara, pero no, Silvia se mantuvo inalterada, serena y liberada. Y «Believe» sonaba, usando el auto-tune, mi admirada artista.
—¡Esa es mi amor!... Esa es la canción que sonaba en la discoteca de Francesco, cuando por fin me decidí en el centro de la pista a aceptar su boca en la mía, saborear yo su lengua y ella la mía. —Le dije emocionada a mi esposo, recordando aquel bello instante con Antonella.
Y Rodrigo sin inmutarse por mi emotivo recuerdo, solo bebía de su cerveza, recostado en el sofá hasta que acomodándose la toalla, se recompuso y se puso de pie, dirigiéndose a la habitación de invitados.
—¿Ya te ...