El regalo: Un antes y un después (Vigésima quinta parte)
Fecha: 09/05/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... hombre!
Mordisqueando con suavidad el borde de su copa de cristal, Silvia no ocultaba de mí su carita de niña mimada, ni el fulgor pardo de sus ojos se apagaba, cuando dijo que me amaba. Fruncí mis cejas y en el tono de mi voz, exponiéndole con gran franqueza, mi no despejada duda.
—Silvia, si es verdad lo que acabas de decir… ¿Por qué entonces nos han pasado tantas cosas últimamente, que me hacen dudar de la sinceridad de tus palabras? —Le pregunté.
—Esos eventos circunstanciales, al contrario de lo que tú piensas, no han hecho más que afirmar que los dos nos amamos, demasiado. Porque es verdad que mi jefe no halla la hora de acostarse conmigo y tu compañerita contigo, pero eso no ha ocurrido hasta ahora. ¿No es así? Y míranos, somos los dos más fuertes que sus ganas, si creemos el uno en el otro, precisamente en estos momentos de aparente debilidad. —Le expuse mi pensamiento ante su cuestionamiento.
—¿Traición querrás decir, en vez de debilidad? —Contra ataqué.
—Si así lo quieres ver. Sí. Pero yo no he cedido, solo he hecho lo que tú me has pedido. Primero que convenciera a don Hugo para que aceptara ir a terapia con su mujer. Y en Turín, que aprovechara la ocasión en aquella discoteca con alguna mujer. Y en ambas te lo concedí. —Le refuté su opinión, estirando mis piernas y mi brazo también, con la finalidad de servirme otro aguardiente y encender un cigarrillo.
—Ok, perfecto. Y entonces… ¿Qué sucedió después con tu asistente? —Le pregunté a Silvia para ...
... desviar el tema de la debilidad y nuestra traición.
—¿Estás listo? Acomódate bien. Recuerdo muy bien aquellos instantes cuando aferrada a su abrazo le dije… ¡Quiero que te quedes! Y Antonella con sensatez me respondió…
—¿Es una orden? —Y yo me sonreí.
Acerqué mi rostro al suyo, retirando con el dorso de mi mano diestra, los restos de humedad en mis mejillas, la miré tiernamente con el café de mis ojos a aquellos cercanos y tan atrayentemente avellanados; y rocé con mis labios los suyos, para luego entre murmullos decirle enfáticamente…
—Deseo entregarme el resto de esta madrugada en Turín, a ti. Quiero… ¡Necesito que me hagas el amor! Deseo evaporar mi aflicción en tu calor.
—¿Y tu esposo? —Me preguntó entrelazando con los míos, los dedos de su mano.
—A estas horas, ya debo estar muerta en su corazón. —Y me desprendí yo misma del plateado vestido, que cayó rendido a mis pies, cubriendo con parte de la tela, los delicados blancos de Antonella. Desnuda ante ella, cubierta solo por el sexy triangulo negro de encaje transparente, suavemente la empujé sobre la cama, deseando como mi vestido, caer rendida ante sus caricias y los labios provocativos de la bella Antonella.
Silvia recostada en el sillón, después de dar un pequeño sorbo, mantuvo entre sus dedos la copa un momento para luego finalmente, dejarla sobre la mesita auxiliar, junto a la botella, más el cigarrillo, lo sostenía apretado entre sus labios, aspirando y entrecerrando sus ojos, fue deslizando su ...