El regalo: Un antes y un después (Vigésima quinta parte)
Fecha: 09/05/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... mano libre hasta posarla sobre el muslo derecho, acariciándose con suavidad mientras su mente rememoraba aquella madrugada.
—Y lo fui, te lo reconozco. Me acosté con otra persona, y tuve sexo. Si pensabas que te había sido infiel, pues lo seria de verdad, al menos le daría sentido y justificación a tu imaginada presunción de mi traición, para separarte de mí. Hice el amor de una forma distinta pero sumamente placentera con mi asistente, con Antonella disfruté quitándome de encima el peso de no ser infiel con él, pero dándote la razón, de dejar en Italia, un corazón de mujer que ahora anhela mi regreso.
Y Silvia entregada a sus libidinosos recuerdos, llevo su mano libre del tabaco, abandonado a medio consumir en el borde del cenicero, frotando libremente la redondez de sus pechos, cubiertos aun por el azul de mi camisa. Los dedos de la otra, prisionera entre sus piernas, complacían agitados la lubricada intimidad. Tomé mi cerveza con la mano izquierda para con la derecha deslizar hacia abajo la franja elástica de mi bóxer, liberando mi excitado pene. Cuando volví a mirar a mi esposa, ella complacida me observaba y de paso, sonriente, desabotonaba la camisa, haciendo a un lado la tela, para cubrir con la palma su bronceado seno.
—Te puedes acariciar si gustas. —Le expresé a mi esposo, segura de que con mi relato, las ganas de masturbarse le apremiaban.
—¿Cómo se masturbaba él al verte desnuda? —Le respondí de inmediato sin dejar de rodear con mi mano, la ...
... dureza de mi verga.
—¡No dañes el encanto, mi vida! Y olvídate de mi jefe, por favor. Este es nuestro íntimo momento. —Le respondí, volviendo a cubrir de sombras mi visión y de lujuriosa claridad, los rememorados momentos con Antonella.
—Lo siento, discúlpame. Anda, continua con la lectura de tus memorias. —Y me terminé de bajar el bóxer gris, apartándolo con mi pie derecho, hasta dejarlo caer vuelto al revés por un costado del sofá.
—Aparté rápidamente de mi mente tu desilusión y la de él. Me permití abandonarme a mis sentidos y el flujo que lubricaba los pliegues de mi sexo, también confirmaban esa intención, a pesar de que permanecía retenido por la tela de mi tanga, en espera de una boca, o una mano experta que presta lo liberara. —Y recordando aquel reinicio, cerrando mis ojos y con mi mano ya rozando por debajo de la negra tela, el recortado matorral de mi monte de Venus, perdida la vergüenza ante los ojos de Rodrigo, la introduje parsimoniosamente en la mitad de mis piernas hasta llegar a la entrada de la vagina, bordeando, explorando la paredes de la mojada entrada.
La brillante lengua en erótico paseo, lamía continuadamente el exterior de sus labios sin precipitarse, tampoco parecía contenerse. Silvia entre gestos libidinosos y exteriorizada fruición, acariciaba un pezón, que fiero y puntiagudo, parecía alargarse más y más, entre su pulgar y el dedo medio. Y mis dedos retraían parte de la piel. Subiendo sin afán, rodeando con firmeza mi endurecida ...