1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima quinta parte)


    Fecha: 09/05/2022, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... virilidad.
    
    —Antonella me besó profundamente. Un beso largo que fue cediendo hasta explorar la interna forma de mi boca. Reconocimos nuestros paladares, esquivando la carne jugosa de nuestras lenguas por instantes, hallamos prontamente la dureza de los dientes pero nos aventuramos sin temor en sus muescas y salientes; con inmenso ahínco y sexual necesidad, las dos compartimos nuestros olores y sabores, tanta la humedad de arriba que parecía internamente encontrar otras rendijas más abajo por donde fluir.
    
    Nuestros cuerpos brillaban ya un poco por el sudor, perdiendo el aliento en cada agitado movimiento. Calor, sed y muchas ganas. Silvia entregada a las imágenes en su cabeza, abiertas sus piernas, empezaba a suspirar.
    
    —Mi pubis de por sí henchido, se posaba con frenesí sobre el suyo. Ella misma se deshizo de las mangas rojas en sus brazos y con algo de esfuerzo bajó la tela que recubría sus senos. Yo con manos y boca jalé hacia abajo la fina textura de su negro sostén, dejando al descubierto, las dos puntas marrones de sus pezones, posesa los lamí, mordiéndolos con hambre; los amasé con incontenibles ganas y luego ascendí hasta su boca y sus labios me recibieron con suma dulzura. Mis tetas en correcta posición, después de tantear un rato, se ensamblaron vigorizadas contra las suyas, abandonándome a esa extraña, novedosa y placentera sensación de tibieza. —Yo recordaba los detalles, las imágenes y los sonidos que mutuamente provocábamos, simulando hacerle un erótico ...
    ... orfeón, a la música proveniente del teléfono de mi hermosa asistente.
    
    Detuve la paja y me incorporé. Ya entrados en gastos pues me decidí y acercándome con sigilo, con delicadeza terminé de deslizar aquel sensual triángulo negro de tela, que me impedía visualizar mejor, la actuación de sus dedos sobre el clítoris colmado y aquellos labios amplificados por su excitación, brillantes y rosados. Silvia colaboró agradecida y yo, complacido sin decirle nada con mi voz, pero sí con la compinche mirada, me ubiqué de nuevo en mi antigua posición.
    
    —Antonella con sus dos manos afincadas en mis nalgas, me jaló hacia adelante, y como pude, guardando el equilibrio con su ayuda, despacio una rodilla avanzó sobre el blanco edredón, –rememorando esta parte, abrí muy bien las piernas para excitar aún más a mi esposo– la otra imitó la primigenia acción de avanzar, milésimas de segundo después, hasta ubicar mi vagina sobre su bella y acalorado rostro. Luego con avidez y pericia, un dedo apartó la tela hacia un costado y boca, labios y lengua de una mujer, me procuró lujuria descontrolada, picazón en mi cosita, calambres en las piernas, corrientazos en mi vientre, sudor en axilas y en la frente. —¡Pufff! Tenía sed, calor y ganas de ser penetrada por la rica verga de mi esposo. Abrí mis ojos y me fijé en Rodrigo.
    
    Mi esposo no perdía detalle de la refriega de caricias, que con mis manos y dedos, batallaban sensaciones de placer sobre y dentro de mi cuerpo, aunque él tantas veces ya lo había ...
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