Me la cogí en la tienda
Fecha: 25/05/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Donni, Fuente: CuentoRelatos
Desde que comenzó la pandemia la situación económica se había vuelto difícil, decidí emprender poniendo una pequeña tienda, ya sabes, de esas típicas tiendas de barrio donde se venden alimentos y cosas de consumo diario.
Improvisada en el garaje de la casa, contaba con un par de mostradores y variedad de productos. Pronto se corrió la voz en el barrio y me hice de numerosos clientes.
Una de mis clientas preferidas era la señora Julia, una señora de entre 35-40 años, casada con 2 hijos, pero con una sensual figura bien guardada. Unos pechos prominentes que mostraba ocasionalmente cuando iba a comprar sin sostén. Un culo respingado, con unas nalgas que tambaleaban con cada paso que daba al caminar con sus faldas ajustadas que marcaban la orilla de sus tangas.
Siempre solía llegar a comprar muy temprano por la mañana, cuando apenas abría o muy tarde por la noche. Eso me encantaba ya que siempre llegaba con sus fachas de pijama, en ocasiones sin ropa interior y eso se notaba a simple vista.
Llevaba bastante rato observándole esos pezones, marcándose en esas blusas de tirantes, de tela delgada y apretada que dejaban muy poco a la imaginación. Cada vez que la atendía me esforzaba en contener una erección.
Una mañana, antes de abrir, escuché que tocaban.
Era doña Julia, llevaba una blusa floja, sin sostén, sus enormes pezones erectos, por el clima frío, se notaban claramente por sobre su ropa, una cintura esbelta se descubría levemente por debajo, dejando ver ...
... la orilla de su short que se marcaba sensualmente en su tremendo culo, dejando al descubierto sus fornidas y sensuales piernas.
Aproveché mirarla cuanto quise, aprovechando el silencio de la calle que a esa hora se mantiene muy solitaria. Pidió lo que necesitaba y se lo di.
Cuando le dije el total a pagar, comenzó a rebuscarse el dinero entre sus bolsillos, no encontró. Estiró su blusa desde el cuello bajándola, dejándome ver un poco más sus deliciosos pechos, se metía la mano entre los senos rebuscándose el dinero (típico de señoras latinas). A pesar de su esfuerzo y de su evidente intención de mostrarme sugestivamente parte de sus pechos, me salió con la típica escusa.
- Ay! Le juro que creí que traía el dinero, debí dejarlo en la mesa, ¿puedo pagárselo más tarde?
-Está bien, no se preocupe –respondí.
-Muy amable, se lo agradezco! –dijo mientras caminaba meneando las caderas.
Está demás decir que no volvió a aparecerse durante días, ignorando la deuda.
Después de unos 5 días volvió a llegar, esta vez con un vestido muy ajustado, de una sola pieza, de tirantes, como siempre sin sostén, y con una tanga que se marcaba a mitad de su culo.
Comenzó a pedir y yo le atendí con gusto. Me pidió un producto, que en ese momento tenía en la parte de atrás de la tienda, me dirigí a desempacarlo para dárselo. Por la ventanilla me deleité observándola de espaldas, contemplando su enorme culazo. Sin demora alguna me endurecí tremendamente.
Hoy es cuando vas a ...