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La promiscua
Fecha: 03/06/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
... largado Sandra y yo nos pedimos otra copa y nos fuimos a la pista a bailar. Yo sabía que a Ángel no le gustaba bailar y antes o después se aburriría. Volví un momento a la barra donde estaba solo: -Esta quiere quedarse y yo estoy cansada, pero me ha pedido que la acompañe un rato más... ¿Si quieres vete tú y yo voy en un rato...? -Pues la verdad es que no me entra ni una gota más de alcohol. Así que te tomo la palabra y me voy a casa. Te espero allí. Nos dimos un "pico" y se largó. Yo volví a la pista con Sandra mientras Ángel abandonaba el local en dirección a nuestra casa. Ahora teníamos el campo libre. Busqué a los dos amigos con la mirada y con un leve movimiento de cabeza les hice saber que ya estábamos solas. Los tipos, Alfonso (el bombero) y Josemari (su amigo), llegaron hasta donde estábamos nosotras bailando y se nos unieron. Después de un rato de baile, con roces e incluso algún "pico" nos fuimos a la barra a por otra ronda. Pero el bombero tuvo la idea perfecta: -¿Y si nos tomamos la siguiente en mi casa? Por supuesto, ninguna nos opusimos. Al revés, era la mejor forma de romper el hielo. Nos metimos en su AUDI A3 y callejeamos un par de manzanas hasta una pequeña urbanización de chalets adosados. Entre risas producto del alcohol y el calentón, entramos en la vivienda del bombero. He de decir que las que estábamos pecando éramos las chicas, ya que ambas estábamos emparejadas. Sandra llevaba un año saliendo con un chico de otra ciudad, en mi ...
... caso llevaba diez con Ángel. Pero estos dos amigos no lo estaban. Alfonso estaba divorciado y Josemari lo había dejado hacía unos meses con su última chica. Ellos aprovechaban su soltería para picar de flor en flor. Y esta noche habían enganchado a dos puretas de armas tomar sin demasiados escrúpulos. Prácticamente sin darme cuenta me encontré sentada a los pies de la cama de Alfonso comiéndole la polla. No tenía un pollón de actor porno, ni mucho menos. Tampoco era más grande que la de mi marido. Era una polla estándar que me daba mucho morbo. Otra cosa era su cuerpo esculpido en mármol. No dudé en recorrer con mis manos su abdomen totalmente marcado con una tableta de chocolate que yo solo había visto en televisión. Tenía el cuerpo más perfecto que podía imaginar. Hombros anchos. Pectorales voluminosos. Abdominales perfectamente definidos. Bíceps de inabarcables y marcados por un tatuaje a modo de brazalete. El tipo me marcaba el ritmo de la mamada mientras resoplaba de gusto y me definía de manera morbosa: -Joder, vaya guarra comepollas que eres... Al oír esto, yo me empleaba a fondo, engullendo su polla entera antes de dejarla salir lentamente mirándole a los ojos. Sentía como se me empapaba el coño con mis propios jugos. Mis tetas se movían al ritmo que marcaba mi cabeza a lo largo del rabo del bombero. Mis pezones puntiagudos y rosados se retorcían sobre sí mismos por la excitación. Antes de correrse, Alfonso me ordenó parar. Las babas quedaron pendiendo ...