Políticamente incorrecto
Fecha: 05/07/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... meditando y sin recibir ninguna llamada de su amante.
Raúl ha quedado gratamente sorprendido ante la naturalidad de Isabel y no tiene dudas al respecto.
—Vamos a la tuya.
Isabel vive en un ático en el centro de la ciudad. Goza de una situación económica privilegiada y eso no le pasa desapercibido a Raúl, que cuando entra, mira hacia todos lados sorprendido por lo estilosa que es su casa.
—Menuda choza tienes.
—Gracias.
Cierra con llave por si acaso vuelve alguien inesperadamente, cosa que no suele pasar, pero igualmente lo hace, aunque, en el supuesto caso de que vuelva alguien, de poco va a servir, quizás, eso sí, para dar un poco más de margen de maniobra, como en las típicas escenas de las películas en donde el amante sale apresuradamente por la ventana, pero con el inconveniente real de que la ventana da a una gran terraza por la que no hay escape posible.
Ya en la habitación están el uno frente al otro sin saber muy bien qué hacer o esperando que alguien dé el primer paso.
—Ya estamos aquí, —dice Isabel un poco inquieta.
—Sí.
Raúl la coge por la cintura y la acerca hacia él fundiéndose en un prolongado y apasionado beso. Sus manos se pasean por la espalda y una de ellas desciende buscando sus curvas.
—Me gustas mucho, —se sincera el muchacho.
—Tú a mí también, —le responde ella entregada, y ambos se dejan caer en la cama para seguir magreándose el uno al otro.
Raúl le desabrocha la blusa y se la quita atropelladamente. Después ...
... hace lo mismo con el sujetador. Admira sus pechos erguidos, los coge y los lame, primero uno, después el otro. Una mano furtiva se desliza hasta su entrepierna, deteniéndose en ella y apretándosela a través de la tela del pantalón, mientras Isabel disfruta de sus caricias a la espera de que la desnude completamente, mas, su joven amante no se hace de esperar. Le desabrocha el pantalón, se lo quita y se queda con unas diminutas braguitas al tiempo que la vista del muchacho se deleita contemplando su hermosa anatomía. Su ansiedad le impide esperar a que ella le desnude. Se pone en pie, se quita el suéter, después la camiseta e Isabel contempla el canon de hombre ideal de la antigua Grecia. Mientras se deshace de su ropa repara en las fotos que hay en la mesita y coge una de Isabel con su marido.
—¿Es tu marido?, —le pregunta.
—Sí.
—Mejor que no vea esto, —le dice, dándole la vuelta al marco.
—Sí. —Le contesta importándole bien poco su marido en esos momentos.
Hay otra foto de su hija de la que se percata mientras se quita los pantalones.
—¿Es tu hija?
—Sí.
—Es preciosa. Casi tanto como la madre. Y, por cierto, también tiene un polvazo, como ella.
—Le tendrás que pedir permiso al novio.
—¿Por qué? No se lo he pedido a tu marido. Te lo he pedido a ti.
—Cierto, —exclama. ¿Vamos a mirar fotos o a follar? —le dice al tiempo que se quita sus braguitas quedando expuesta y completamente abierta para él.
—¡Ostias! —Exclama Raúl dejando el marco a un ...