Rutina
Fecha: 13/07/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Me llamo Marta, soy una mujer de cuarenta y siete años, buena estatura, la vida me ha regalado una tripita porque siempre he sido feliz y arrugas en mi rostro por ser muy expresiva, llevo el pelo largo teñido de color caoba porque me queda bien y me gusta, no para taparme las canas que empiezan a blanquear mis cabellos.
De mis cuarenta y siete años, llevo veintitrés junto a Miguel, mi marido, tiene la misma edad que yo y también medimos lo mismo, es moreno de pelo y de tez, ni una cana, que envidia me da, es de espaldas anchas, pero con la edad su cuerpo se está volviendo blando. Tenemos dos hijos pero no viven con nosotros, el mayor trabaja fuera del país y el pequeño estudia en otra ciudad.
Aunque vivimos solos nuestra vida sexual es escasa, el trabajo, las preocupaciones, el cansancio, que cuando a una la apetece al otro no y viceversa, así que acabamos follando en ocasiones especiales pero se que no es satisfactorio para ninguno de los dos. No le culpo a él, yo también tengo mi parte de culpa, pero sí que me dado cuenta antes que él de la situación.
Como conozco a mi marido, sabía que no se iba a dar cuenta por sí solo, iba a necesitar un empujón, una noche quedamos con unos buenos amigos para ir a cenar, a Miguel no le apetecía mucho, pero lo acabe convenciendo, me puse mi ropa interior más sensual, y me puse un vestido de tubo, no muy ceñido, pero si lo suficientemente sugerente.
Me pase una hora maquillándome y peinándome, la verdad es que estaba preciosa, ...
... pero cuando me vio, me miro como si llevara una bata de andar por casa, nunca ha sido muy detallista.
Habíamos quedado con Raúl, un amigo de la infancia de Miguel, y Patricia su pareja. Ella es bajita y gordita, mientras que Raúl es enorme, casi dos metros de alto y muy ancho, son como el punto y la i. En lo personal también son totalmente diferentes, ella es tímida y callada, él es hablador y muy activo.
La cena fue divertida y nos decidimos a tomar unas copas en un bar cercano. Pedimos y nos sentamos en una mesa, pronto Miguel y Raúl se pusieron a hablar de sus cosas. Patricia es una chica majísima pero no es una gran conversadora y como yo tenía la cabeza en otra cosa, la pregunte que si quería bailar, a ellos ni les pregunte, sabía que no.
Me encanta bailar, siempre me ha gustado, dejarme llevar por la música, por el ritmo, que mi cuerpo se mueva solo, reaccionando a la canción que este sonando, a Patricia tampoco se la daba mal, levante mis codos a la altura de mi cabeza y empecé a mover las caderas, sin casi mover los pies, dejando que el resto de mi cuerpo se moviera al compas, de vez en cuando miraba de reojo a mi marido, pero estaba a lo suyo y no note ninguna reacción por su parte.
Mi marido no me hacia ni caso, pero note que un chico, poco mayor que mis hijos, no me quitaba ojo, era alto, bien vestido, delgado, gafas, tenía cara de no haber roto un plato nunca y de ser buen estudiante, sonreí y me devolvió la sonrisa.
No le di importancia y continúe ...