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Mi linda sobrina
Fecha: 09/06/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Tengo 34 años y mi vida siempre se ha caracterizado por una gran inestabilidad en mis relaciones íntimas. Soy atractivo y me conservo en una forma física envidiable para mi edad, practico mucho gimnasio y desde hace tiempo cultivo una imponente musculatura por lo que nunca me han faltado candidatas con las que mantener una corta aventura, pero con la edad se va perdiendo el interés y ya no funciona cualquier tipo de relación. Por eso en los dos últimos años he pasado la mayor parte del tiempo en soledad, con encuentros esporádicos con el sexo opuesto que no sobrepasaban el par de semanas de duración. Aunque vivo solo, apenas a un par de calles de mi vivienda se encuentra la de mi hermano, cinco años mayor que yo. Gracias a él tengo una sobrina y un sobrino. La mayor se llama Eva y ha sido mi favorita desde que nació, porque ambos conectamos bien y he compartido sus inquietudes desde la más tierna infancia. Sus padres trabajan los dos y es frecuente que caigan en cierta dejadez en la atención de sus hijos, lo que sin duda favoreció desde siempre nuestro acercamiento. Lo que quiero contar sucedió cuando ella tenía 15 años, edad a la que comenzó a cursar estudios en un nuevo colegio privado, lo que la obligó a tomar el tren todos los días, tal como hacía yo para ir a mi trabajo. No era infrecuente que coincidiéramos en el camino de vuelta de la estación, trayecto en el cual acostumbrábamos a charlar de muy diversas ...
... cosas. Poco a poco nuestras conversaciones fueron ganando intimidad y ella me hablaba con mucha franqueza de los problemas de la adolescencia, de los cuales no era menor el relativo abandono al que la sometían sus padres, circunstancia que la había convertido en una chica un poco independiente pero a la vez insegura. La ausencia del referente de sus padres en los temas más delicados la llevó a conceder demasiada importancia a mis opiniones. El tema sexual también afloró alguna vez, pero de forma discreta. Ella era partidaria de esperar a enamorarse antes de tener ningún tipo de relación. Sus ideas y su inseguridad habían provocado que desembarcara en los quince sin que nadie la hubiera besado. A veces hablábamos de un chico que la gustaba mucho, llamado Fernando, del que por supuesto se sentía enamorada y con el que acariciaba la posibilidad de cumplir algún día sus ilusiones. El verdadero inicio de esta historia data del día en el que decidió hablarme de una amiga de su misma edad, llamada Elena, que era tan inexperta como ella, pero que deseaba como fuera desembarazarse del lastre de su ignorancia. El asunto era que Elena, al contrario que Eva, prefería experimentar con alguien que no fuera nadie en su vida, con un cualquiera atractivo con el que no arriesgase nada, antes que con una persona importante con la que sus errores pudieran poner en peligro una relación. Elena era una chica, por lo visto, muy dominante y ...