Que Bonita es la Venganza...
Fecha: 22/07/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... socarrona.
Era impensable que yo lo hiciera, después de que aquel consolador había estado embutido en las entrañas mierdosas de semejante sujeto. Pero era tal mi ansia de revancha, que era capaz de todo con tal de poner a funcionar mi plan. Así que poniendo cara de viciosa, me llevé a la boca aquel consolador embarrado de heces para ensalivarlo. Cuando lo saqué de mi boca pude ver unos hilillos de baba que se estiraban desde mi boca hasta el instrumento plástico.
—Tu turno...
El tipo sonrió y recibió el consolador en su boca, chupándolo y ensalivándolo. Yo lo metí y saqué varias veces de su boca, él parecía encantado con la acción. Aproveché cuando más emocionado estaba para hundirlo hasta su garganta, cuando él pretendió reaccionar ya era demasiado tarde y como pude aseguraba las correas del aparatejo atándolas en su nuca.
El sujeto intentaba pronunciar palabras que no me esmeraba demasiado en tratar de descifrar. El caso era que tenía el consolador insertado por entero en la boca y perfectamente asegurado con las correas para que no abandonara su sitio. Completamente dueña de la situación me aposté en ancas de mi inmovilizado corcel, acariciándole el trasero que yo ingenuamente había creído profanar como fruto de mi venganza.
—Tranquilo, “mi amor”; que todavía falta lo mero bueno...
Me unté su semen en una de mis manos, como si de una crema se tratara. Extendí mis dedos pretendiendo unir las puntas y comencé a pugnar con introducirme en aquel orificio que ...
... hacía rato estaba bien dilatado, aunque sabía que no lo estaba lo suficiente. Estaba dispuesta a todo con tal de lograr mi venganza, así que llevé mi lengua a aquel orificio y comencé a hurgar con ella en sus adentros y contorno, ayudándome con los dedos ensalivados. Fui tanteando gradualmente, metiendo un dedo, luego dos, al rato eran tres. Cuando finalmente conseguí meter cuatro supe que estaba cerca de mi meta. Así que haciendo rotaciones continuas, lamiendo y escupiendo para lubricar y dilatar, fui introduciendo el quinto dedo poco a poco, como lo hace una pija que se va hundiendo entre la beta de la madera, ayudada por el orificio guía, pero sobre todo, por su rosca.
Él no podía hacer demasiado por impedir mi accionar, aunque notaba la desesperación en sus movimientos que yo tenía que luchar por contener. Pese a las dificultades, mi mano fue avanzando, lentamente, a cada milímetro que se introducía, el tipo hacía acuse de recibo intensificando sus gritos. Parecía ser que la parte más dolorosa fue el paso de mis nudillos, cuando, finalmente, sentí su ano apretando mi muñeca, el tipo pareció disfrutar de un remanso de tranquilidad, como habiendo superado la parte más difícil.
Yo también tomé un descanso, pues estar del otro lado no representaba ningún día de campo, tenía sus complicaciones. Me quedé contemplando la estampa, era digna de recordarse, mi mano parecía amputada, desaparecida por entero dentro de los intestinos de ese fulano. Me dio risa cuando vino a mi ...