1. Embrujo gitano


    Fecha: 23/07/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Ahora entendía perfectamente lo que la niña gitana había venido a decir a mi mujer. No quería pedirle nada como al principio había creído. Sólo era una mensajera que había venido con una propuesta de una cita entre su joven padre y mi esposa, y misteriosamente, ella había aceptado.
    
    Mientras miraba a través del cristal de aquella caseta no dejaba de preguntarme por qué había aceptado. Qué había hecho mal para que su mujer estuviera aceptando a aquel hombre de esa manera tan extraña. Porque no había habido pasión en el recibimiento, más al contrario, parecía que habían ido a cerrar un trato que sólo ellos conocían. No hubo un beso inicial. Él sólo la abrazó nada más verla, luego la separó un poco, paso su mano por sus senos por en cima de la ropa, hizo un gesto de asentimiento y su esposa se clocó junto a la mesa de espaldas al gitano que empujó suavemente su cabeza para que se reclinara sobre ella.
    
    Ciertamente estaba atónito. Por su comportamiento y por el mío, que seguía mirando aquello sin decir ni hacer nada. Mi única reacción fue ponerme a sudar seguro de lo que iba a pasar a continuación, aunque aquella extraña pareja aún iban a se capaz de sorprenderme más El gitano se reclinó un poco sobre ella y le susurró algo al oído. Era evidente que la trataba con dulzura. Luego desapareció un instante de mi campo de visión. Oí que daba una voz hacia otro lugar de la casa, posiblemente la cocina. No quería que le molestase nadie. Al fin oí cómo se cerraba la puerta de la ...
    ... sala. Todo ese momento mi mujer se mantuvo inmóvil recostada sobre la mesa. Ya debía estar todo preparado entonces porque el gitano se dirigió hacia mi mujer, y le levantó la falda con cuidado. Volvió a susurrarle algo y con suma delicadeza le bajó la braga hasta las rodillas y con mano experta empezó a masajear la entrepierna en busca de la máxima excitación de mi esposa. No se si lo escuché realmente o no, pero me pareció oír un gemido que me era familiar. Luego el gitano se preparó para tomar a mi esposa y, aun sin saberlo, hundirme en la máxima humillación. Se introdujo en ella con suma facilidad sin desvestirse. Yo estaba a su espalda y no veía un centímetro de su piel. Sólo la flojedad de sus pantalones y el firme movimiento adelante y hacia atrás permitiría adivinar a quien no hubiera visto antes nada lo que estaba haciendo.
    
    Me retiré de la ventana para recuperar el ritmo respiratorio y tranquilizarme un poco. Tenía además una sensación extraña por haber seguido a mi mujer y haberla espiado. Era increíble que me sintiera culpable, pero sentía un sordo remordimiento que aceleraba mi viaje hacia la locura.
    
    Esperé un poco antes de asomarme de nuevo con la esperanza de que todo hubiera acabado, pero no era así. Ahora ya oía con claridad los gemidos de mi mujer que no reprimía su gozo mientras yo luchaba conmigo mismo, debatiéndome entre seguir espiando o huir a mi casa.
    
    Finalmente decidí asomarme de nuevo en clara actitud masoquista. Habían cambiado un poco la ...
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