Embrujo gitano
Fecha: 23/07/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... posición. Sin duda las embestidas del gitano habían provocado que la mesa se moviera. Ahora los veía casi de perfil, lo que era más arriesgado. Me ladeé un poco intentando ver sin ser visto. El gitano tenía el pantalón ridículamente caído sobre sus botas y llevaba un calzoncillo oscuro que había quedado enrollado en torno a sus caderas. Ahora empujaba con ritmo frenético, provocando el aullido continuo de mi mujer que estaba gozando de un prolongado orgasmo. Cuando el aullido finalizó el gitano se detuvo, se retiró y eyaculó sobre el culo de ella. Pude ver perfectamente como caían algunas gotas deslizándose sobre sus preciosas piernas.
Después se hizo un largo silencio, lo que me permitió oír la respiración entrecortada de mi mujer que costosamente se incorporó y se subió la braga. Pude ver su rostro cansado, pero tenía una mirada que conocía a la perfección. Estaba contenta. Sin duda aquel gitano la había dejado satisfecha.
Él se puso bien el pantalón, se sirvió un vaso de vino y encendió un cigarro sin decir una sola palabra. Mi mujer no sabía bien lo que hacer. Estaba dudando si quedarse o marchar. El hombre lo debió percibir porque se acercó a ella y le dio un beso en la frente como de despedida, pero Elena no se conformó con eso y apoyó su cara contra el pecho del gitano hasta que él la separó con aire condescendiente y le dio dos cachetitos suaves en el culo, como dándole su aprobación.
— Eres una buena hembra—le dijo mientras daba un ruidoso sorbo — ¿quieres ...
... que vuelva a llamarte algún día?
Mi mujer hizo un gesto de asentimiento. Me dio rabia no poder ver su cara, pero imaginaba que era de agradecimiento.
— ¿Cuándo? — la oí decir
Aquel animal se la acababa de follar y resulta que ella estaba impaciente por repetir. Aquello me estaba humillando aún más que el acto sexual. Ver a mi esposa rebajándose ante ese delincuente me estaba poniendo al borde de la ira. Cerré los puños tratando de rebajar mi tensión.
El gitano entonces hizo algo que aún me alteró más, hasta el punto de que empecé a sospechar que sabía de mi presencia junto a la ventana.
Metió su dedo índice en el vaso de vino y luego lo introdujo lentamente en la boca de ella mientras le hablaba.
— Me gusta que quieras volver, aunque seas paya, pero yo no se cuándo podré estar contigo — dijo con voz ronca — Tengo muchas cosas que hacer y también tengo que atender a mi esposa. Ya te avisaré.
Y con toda tranquilidad extrajo el dedo de la boca de Elena, haciéndole agachar la cabeza y le dio un beso en la coronilla.
— Sí que eres una buena hembra — zanjó. — Ahora ve con tu esposo
Y volvió a darle aquellos irritantes golpecitos en el culo.
Los días siguientes transcurrieron con normalidad. Yo vigilaba a mi mujer, pero parecía tranquila, como siempre, hasta el punto de que llegué a pensar que aquello había terminado y aun con un perfecto recuerdo de todo cuanto vi aquel día, estaba dispuesto a olvidarlo.
Hasta que una tarde, recién llegado a casa, la ...