La pastelera.
Fecha: 28/07/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Siempre había escuchado que la convivencia terminaba por matar a la pareja, pero yo era de esos imbéciles a los que les gustaba pensar que era diferente al resto.
La convivencia no es que mate la pareja, directamente la destruye. La rutina del día a día va matando el erotismo, la magia y todo aquello que un día tuviste con tu novia; pero que a día de hoy solo quedan vagos recuerdos de aquellos maravillosos momentos.
Julia y yo habíamos pasado de follar todos los días en el asiento trasero de mi Opel corsa, a graduarnos en la universidad, encontrar trabajo, comprarnos una casa y hasta casarnos. Los primeros meses incluso años eran la hostia, hacíamos lo que queríamos y cuando queríamos, todo el dinero que ganábamos era para nosotros y no teníamos que darle explicaciones a nadie.
Sin embargo las cosas empezaron a cambiar cuando a Julia le sonó el reloj del instinto maternal. En un abrir y cerrar de ojos me encontraba con 35 años, un par de entradas que cada vez se dejaban más de notar y dos niños que consumían por completo mi tiempo. Poco a poco Julia y yo nos fuimos adentrando en ese modelo de casa a los que todos o mejor dicho, a nivel social se le conoce como familia convencional.
Con todo esto que estoy escribiendo parece que no sea feliz, sí que lo soy, el único problema es que aparte de pensar que todo le sucedía a los demás, también creía en que la juventud duraba para toda la vida.
Julia y yo cada vez follábamos menos por lo que yo me masturbaba más. Los ...
... niños eran pequeños y si no estaban llorando, estaban resfriados o cualquier otra cosa; por lo que debíamos estar siempre pendientes de ellos. El único momento que teníamos para nosotros lo usábamos para dormir, o sea que imaginaros hasta qué punto habíamos llegado.
Los domingos ya no eran de sofá, manta y peli como excusa para terminar follando, no. Ahora el último día de la semana se había convertido en las constantes visitas a casa de mi suegra para comer. Reconozco que la mujer siempre había puesto de su interés por que nos lleváramos bien, pero el hecho de que un día folláramos sin aún saber que éramos familia política ponía las cosas un tanto más difíciles, pero eso es otra historia que ya os contaré.
Cuando llegué el jueves a casa de trabajar, Julia me recordó que el domingo comíamos en casa de sus padres para celebrar el cumpleaños de mi suegro. Así que me sugirió que ese día me levantase pronto para darle un agua al coche y dejarlo limpio y ya de paso recoger la tarta de cumpleaños en la pastelería. Así que una vez llegado el domingo, realicé a pies juntillas las órdenes de mi mujer como un buen marido que soy, nótese la ironía.
Lavar el coche fue tarea fácil, cerca de casa había una gasolinera que por cinco euros te dejaba enjabonar, aclarar y encerar el coche. Es triste, pero decidir dónde lavar el coche y cómo hacerlo se había convertido en uno de mis pocos caprichos. Lo bueno y malo de vivir en la capital es que tienes y encuentras todo lo que quieres, ...