La pastelera.
Fecha: 28/07/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sin embargo, nadie te libra de chuparte un atasco de menos de una hora para llegar a tu destino. Así que después de saltarme un par de semáforos en rojo, tener alguna que otra pelea con un taxista, logré aparcar en doble fila y llegar a la pastelería.
-Quién es el último pregunté tras entrar y cerrar la puerta.
-Soy yo contestó una anciana que se encontraba sentada a mi espalda.
La cola era inmensa, debería haber por lo menos quince personas delante de mí. La cola podría haber avanzado más deprisa aquel día, pero parece que la dueña no estaba y solo había una dependienta. Nunca antes la había visto, suelo venir frecuentemente a esta tienda, pero no me sonaba para nada, lo más posible es que la contratasen hace poco.
En ocasiones me daba hasta cierta ternura, a la pobre se le notaba que era nueva, tardaba como unos diez minutos en envolver dos simples pasteles y en hacer la cuenta. Eso me llevó a recordar los días en los que empecé a trabajar en la pizzería de mi barrio. El primer día se me quemaron todas las pizzas, rompí doce platos; el dueño no me echó porque era amigo de mi padre que si no…
Debo de reconocer que la chica, aparte de ser una novata era muy pero que muy guapa. Su piel morena combinada con su pelo rizado recogido por una goma del pelo, hacía que te concentrases en el verde de sus ojos; cayendo así por completo en el embrujo de su mirada. Su boca tampoco parecía ser de este mundo, el blanco de sus dientes sumado al grosor de sus labios; hacían ...
... que cada vez que estos se combinasen, formasen lo que los humanos llaman comúnmente sonrisa, aunque en ella fuese algo más, hasta tal punto de detener los latidos del corazón si se lo propusiese.
Sin poder dejar de mirarla, un calor fue creciendo lentamente en mi interior. La chica llevaba una camiseta blanca ajustada la cual le combinaba perfectamente con el delantal negro que estaba usando. De manera tímida pero totalmente perceptible al ojo humano, la unión de sus tetas creaba un sutil pero increíble canalillo. Estoy seguro de que cualquiera de los clientes que estaban allí, hubiera preguntado por el precio de tremendo manjar. Cuando se ponía de perfil sus pechos eran el doble de grandes, hasta tal punto de parecer librarse de aquel delantal y aquella camiseta que no les dejaban ser libres.
Tal fue mi estado de inconsciencia que para cuando me quise dar cuenta era mi turno.
-Perdone…perdone hacía la novata al mismo tiempo que chasqueaba sus dedos intentando llamar mi atención. ¿Está bien señor?
-¿Señor? Cómo que señor se me pasó por la mente. Si tengo tan solo 35 años. Ah sí perdona dije tras recuperar la compostura. Ponme dos pasteles de nata y uno de dulce de leche cuando puedas.
-Me va a tener que disculpar, pero al dulce de leche le quedan veinte minutos.
Otro hubiera comprado los pasteles de nata y se habría marchado, pero teniendo en cuenta que el dulce de leche es el preferido de mi suegro no me podría ir sin ellos; Julia me mataría.
-De acuerdo, ...