1. Extraños a veinte metros


    Fecha: 30/07/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Regresaron a la habitación del hotel sobre las siete y media de la tarde. Laura y Carlos habían pasado todo el día visitando diferentes lugares de la región, también una pequeña playa muy bonita pero en la cual decidieron no bañarse, porque para finales de septiembre, aunque la temperatura aún era agradable, no lo era tanto como para quitarse la ropa y meterse en un agua que no guardaba ya la temperatura agradable del verano. Dos cosas destacaban bajo su particular punto de vista, como las mejores del día; la ruta guiada por las ruinas de la colonia griega y la ristra de platos autóctonos que habían probado en ese restaurante que daba al acantilado.
    
    Las razones por las que habían elegido ese destino para las vacaciones, era la combinación de playa y montaña; de lugares históricos y construcciones modernas; y por supuesto que no era una zona de turismo masificado, aspecto clave que inclinó a su favor la decisión final.
    
    Desde la terraza de la última planta del hotel, la quinta, mirando al frente, una espectacular panorámica de la costa podía apreciarse. En particular, la habitación de Laura y Carlos era la que quedaba justo en el centro de la azotea. Encajonando al pueblo donde tenían el alojamiento, las laderas de los escarpados montes bajaban hasta hundirse en las profundidades del mar. Esos pronunciados montes, tenían pronunciadas cuestas; pues por ellas tenía ganas de salir a correr durante mas o menos una hora Carlos, mientras su mujer se duchaba y arreglaba ...
    ... antes de ir a cenar al restaurante del hotel. Tiempo tenía, pues pretendían bajar sobre las nueve y media; luz, de momento aún el sol permanecía elevado, pero quedaba mucho para la puesta, así que raudo se cambió de ropa y se puso las zapatillas de trail, disponiéndose a empezar su ruta, no sin antes haberle dado el correspondiente beso a Laura y un – te amo – que salió de los labios de ambos, en momentos sucesivos. La última frase que salió de su esposa antes de que él cerrase la puerta fue en un tono que mezclaba la broma y lo maternal – cuidao no te despeñes -.
    
    Laura procedió preparase la ropa para después de la ducha, antes de comenzar a desvestirse, corrió las cortinas que daban a la terraza, pues aunque justo enfrente no había nada más que la línea del horizonte cayendo sobre el mar, si se orientaba la vista un poco hacia la derecha, como a unos veinte metros de distancia, quedaban orilladas las terrazas del hotel contiguo. Poco probable era que alguien saliese justo en ese momento y en vez de mirar al frente mirase hacia el interior de la habitación en la que ahora Marta se encontraba sola, pero como no era imposible, por eso había utilizado las cortinas. Eso sí, no había cerrado las ventanas porque la brisa que las cruzaba, resultaba agradable.
    
    La temperatura del agua dejó el baño con una densa nube de vapor, así que al salir de la placentera ducha, decidió salir a secarse y ponerse la ropa en el dormitorio, el cual daba a la terraza. Las cortinas ondulaban ...
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