1. Extraños a veinte metros


    Fecha: 30/07/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cual sus ojos abiertos se habían quedado nublados, ahora que recuperaban la visión, sentían una irremediable atracción hacia ser orientados hasta los ojos de aquel espectador inesperado.
    
    Cuando por fin los ojos de ambos se cruzaron, la excitación que Laura llevaba de serie, se multiplicó. Sus pezones se irguieron por debajo del vestido y su tanga empezó a tornarse más pesado, por el líquido que andaba absorbiendo. De manera inconsciente, Laura se llevó el dedo índice de su mano derecha a la boca, lo que el extraño de la terraza de enfrente debió traducir como que la situación le estaba siendo agradable, pues dio un paso muy arriesgado. Dejó su vaso sobre la mesa de su terraza y volvió hasta donde estaba. Con un rápido movimiento se bajó la cremallera del vaquero sin desabrocharse el botón y dejó salir de entre la tela, un pene ya semi-erecto. Eso sí que lo apreció por completo Laura, que paralizada por la situación, no hizo nada más que mirar como aquel individuo se acariciaba suavemente la entrepierna mientras la observaba.
    
    En vez de volver rápidamente dentro de la habitación como mandaría el sentido común, olvidándose de la razón, Laura empezó a bajarse los tirantes del vestido con suavidad, poco a poco, poniendo nervioso al atrevido observador. Finalmente ambos pechos quedaron al aire, con la brisa moviendo su pelo de un lado a otro de la cara y cayendo por sus tetas. Las agarró entonces cada una con una mano, apretándolas una contra otra. Entre la excitación y el ...
    ... aire, sus pezones puntiagudos apuntaban directamente al hombre de la terraza de enfrente, que ahora ya no se acariciaba el miembro, se estaba masturbando rítmicamente. Dejo caer sus pantalones, haciendo saltar a la vista unos grandes testículos que rebotaban cuando su mano subía y bajaba a lo largo del manubrio. Ella, tremendamente excitada, subió su vestido hacia la cintura, mostrándole al extraño el tanga negro y mojado que llevaba puesto. Su subió los hilos del mismo sobre las caderas, haciendo que la tela se metiese entre sus labios mayores. Se dio entonces la vuelta, recostando los pechos sobre el respaldo de silla, para de este modo permitirle al extraño ver la redondez de su voluptuoso trasero, definido en dos partes por el hilo trasero del tanga, que pronunciaba la belleza de su figura. Con el vestido reducido a la mínima expresión, tan solo enrollado bajo las tetas, decidió en esa posición de ofrecimiento del trasero, bajarse el tanga hasta los tobillos hasta sacárselo del todo. El mirón de la terraza de enfrente, con un rabo palpitante, con las venas dilatadas, se pajeaba frenéticamente viendo a aquella hembra que le estaba mostrando todos sus atributos, incluido un rasurado y rosadito coño que parecía de niña, si no fuese porque estaba coronado por un hilito de pelo bien recortado en el sobre el pubis.
    
    Laura, que hasta entonces se había limitado tan solo a mostrarse, se sentó de nuevo sobre el cojín de la silla de la terraza, pero esta vez con los pies puestos de ...